CARIL CHESSMAN, EN LAS FERIAS Y FIESTAS DE VALLADOLID, 1961, O, 1962. En aquella
mañana de septiembre, un grupo de amigos de la Villa de La Seca, decidieron ir
a ver las ferias de San Mateo, de la ciudad de Valladolid, en un automóvil americano
muy viejo, que entonces se usaba como taxi, de color negro, marcharon hasta la
ciudad castellana, unos 14, jóvenes, que quedaron de acuerdo en volver a su
villa, sobre la una de la madrugada, y que les recogerían, en la Plaza de
Martín Montse, también llamada, la del Cine Coca. Centro de Valladolid,
Aquellos jóvenes, se dividieron en tres grupos, y el mayoritario donde se vivió
esta aventura, que yo narro, se dirigió a comer a la Bodeguilla Cigaleña, que
se encontraba en un sótano muy grande, y a la vez bonito, por la tarde fueron a
ver al gran cantante, Antonio Molina, que cantaba en un circo, y ya de noche por
Las Moreras, que era el lugar de Valladolid, donde se establecía la feria con sus
tómbolas y casetas, muy cerca del Río Pisuerga, vieron salir de una de las casetas,
cantidad de personas, con diferentes gestos, pero que te daban que pensar, sin
dudarlo, estos seis jóvenes, de una edad de 17, años, no lo pensaron demasiado,
se adentraron para ver el espectáculo aquel, que tanto morbo debía tener, pagaron
su entrada, y una vez dentro, con poca luz y de pie, empezó el espectáculo, se
divisaba una enorme mampara, que separaba al público del escenario, que se
encontraba como a metro y medio del suelo, allí empezaron a narrar, como
ejecutaron a Caril Chessman, un preso americano, que en el mes de mayo, de 1960,
fue ejecutado en el penal de San Quintín, después de a ver parado su pena de
muerte durante ocho veces, y esa definitiva, parece que se adelantaron a su
paralización, por eso le ejecutaron algo antes de la hora indicada, este preso
llego a tener mucha fama mundial, ya que dejo escritos 4, libros, que fueron
publicados, uno de ellos el más famoso, se llamaba. Pabellón, 320, antesala de
la muerte, pero aquel espectáculo muy bien caracterizado, era una reproducción,
casi exacta, se veía al preso como le amarraban al sillón, y después por una tubería,
salía como si fuera el gas que terminaba con su vida, la secuencia era bastante
dura, y mientras por los altavoces anunciaban su muerte, la oscuridad en la
sala se dejó notar, saliendo como unos seis hombres, disfrazados de calaveras,
que recordando a los muertes de dicho penal, con un látigo daban de golpes a
todos los espectadores, que no salieran corriendo del barracón. Un joven de los
seis, hoy ya fallecido, consiguió quitarle el látigo a unos de los espectros,
que a oscuras imponían sus trajes reflectantes de calaveras andantes, mientras
por los altavoces con música de miedo, y voces que se dejaban oír, decían las
penalidades de aquellos seres humanos en dicho penal, y sus fantasmas pidiendo
justicia, que aterrorizaban alguna personas, en aquel ambiente de feria, Han
pasado muchos años más de 55, años, pero alguno de aquellos jóvenes, hace no mucho
me comento aquella aventura, que le marcaria para siempre en su vida, y me
dijo, nadie sabe hoy día quien era Caril Chessman, y en aquellos años de
censura periodística, El Norte de Castilla, comentaba de vez en cuando algún
pasaje de dicho preso, que sin salir del penal, consiguió hacer la carrera de
derecho, y ser su propio defensor, su muerte fue muy comentada, y explicados
algunos de los motivos, que le llevaron a la cámara de gas, Allí en La Moreras,
se conoció de cerca cómo fueron sus horas finales, los seis jóvenes en aquellos
momentos, pensaron sobre los medios, de como en Estados Unidos de América,
eliminaban a sus presos, en aquellos años, cuando en España se usaba el Garrote
vil, todo esto es historia real, que debieran de conocer nuestros hijos, para
poder apreciar las diferencias que hoy día tienen las leyes y los
gobiernos.
G X Cantalapiedra.
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