lunes, 28 de mayo de 2018

AQUEL HOMBRE SE MARCHÓ ALICANTE


AQUEL  HOMBRE  SE  MARCHÓ  ALICANTE

Soplaban vientos del norte

y sus lágrimas flotaban,

pensó seguir el resorte

que en Alicante le daban.



Atrás quedaron los llantos

por una esposa adorada,

además de sobresaltos

de alguna noche marcada.



El hijo que tanto amaba

le dio cobijo en su casa,

y su soledad dejaba

al ver que la mar amansa.



Alicante de pasiones

con luces en la distancia,

el hombre tuvo emociones

que le dieron arrogancia.



Playas que fueron caricias,

en las tardes encantadas,

sus ojos vieron delicias

entre palmeras amadas.



Pisó Las Ramblas de noche,

camino de madrugada,

nunca quiso poner broche

alguna senda anhelada.



Miró la Cara del Moro,

suspiro junto a la playa,

puso a su vida decoro,

aunque nunca se desmaya.



El Castillo de testigo

para sentirse expectante,

su vejez no es un castigo

al vivir en Alicante.



El recuerdo le motiva

en La Ciudad de Alicante,

mientras su vista le activa

al sentirse más constante.

     G X Cantalapiedra.

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