viernes, 11 de septiembre de 2015
DESDE MADRID A TORRELODONES
DESDE MADRID A TORRELODONES Y SU CASINO EN UN TAXI
Aquel día de octubre de 2005, el taxista de Madrid escucho la confesión, de un hombre de negocios, que era dueño de dos locales de restauración, el viaje parecía ameno, no existía retenciones en la carretera de La Coruña, y aquel viaje que desde el barrio de Salamanca, hasta el Casino de Torrelodones, le sirvió al industrial para contar sus experiencias amorosas, a el taxista, al ser el un hombre que se mantenía soltero, aunque con dinero, ya en otra ocasión, el mismo taxista le había llevado al mismo lugar, pero esa vez muy bien acompañado, de una mujer joven y de aspecto señorial, en la charla, el hombre comento al taxista, que aquella mujer no era su novia ni nada parecido, era una señorita de compañía, que cobraba por ser la dama del que tuviera dinero. Todo parecía normal en aquel mundo de fantasía y engaño. No pasaron muchos días de aquel viaje, cuando en la calle de Atocha, junto al Hotel Mercantil, un viajero alquilo el taxi, de el hombre de esta historia, sin dudar le indico la dirección, cosa que el taxista realizo lo antes posible, pero e ahí su sorpresa, al llegar al destino, estaba en la esquina de la calle, la misma mujer que acompaño hacia algún tiempo al industrial de la restauración, al Casino de Torrelodones, El viajero sin dudar le indico la dirección, lo que el taxista volvió a llevarle a dicho lugar. La señorita miraba de refilón al conductor del taxi, como dándose cuenta de que le conocía , pero no sabia de que, y el taxista se quedo mudo, sin decir ninguna expresión, para no cortar la vida de la viajera, que aunque fuera de acompañamiento, no dejaba de ser una mujer de alquiler. Pasaron algunos días más, y el industrial se volvió a ver con dicho taxista, ya que tenia uno de sus restaurantes, donde el conductor solía desayunar muchos días, el industrial hablo de su fracaso sentimental con dicha mujer, pero solo y a solas con el taxista, le comento, la prometí que la haría la dueña de mi casa, ya que mi Madre murió hace poco, y solo tengo una señora mayor que me hace la limpieza, y la indique que si teníamos familia, la dejaría todos mis negocios para ella, pero me dijo que no la interesaba, que su porte de mujer elegante, tenia que explotarlo, y creo que se equivoco, cualquier día la veremos en una situación mala, no puede ser que el amor pagado, pueda ser ni hacer a nadie feliz. Pasados como unos cuatro meses, el conductor del taxi se volvía a encontrar con el industrial, dueño del restaurante, que enseguida entablo conversación con el, el comentario, era duro y de fatalidad, le dijo, aquella mujer rubia y que era mi acompañante al Casino, ha fallecido de accidente de coche. El taxista se quedo helado al escuchar dicha noticia, pensó enseguida, que razón tenia este hombre, dijo que acabaría mal, y acertó, parece como si el destino la hubiera esperado para anularla, la conversación continuó explicando como ocurrió el accidente, y de vez en cuando el industrial decía, si hubiera aceptado mi proposición, hoy sería mi esposa y dueña de todo mi dinero, eso si yo no soy un mequetrefe de jugarme la vida en cada curva de la carretera, como era su acompañante actual, y con el que se marchó de este mundo, su tipo elegante y su idea de llegar muy alto, la confundió, y ahora nunca podrá rectificar, la vida no tiene dos oportunidades. Y cuando se muere, no hay vuelta hacia atrás. Aquel hombre industrial, siguió su caminar por la vida, y pasados tres años más, se termino casando con una profesora de educación general, que sin ser una mujer diez de tipo, era todo una señora, sabiendo de cultura y de saber estar en la vida, sin tenerse que alquilar por horas, ni conocer los mundos de los bajos fondos de la prostitución y la droga, que en aquellos momentos era el pan de cada día. Tuvo mala suerte el industrial, pasados algunos años, quizá no llegase a cumplir los 65, años, una enfermedad acabo con el, en poco más de un mes de estar hospitalizado. Su viuda supo estar a la altura de los negocios de su marido, y salir adelante sin provocar ninguna crisis, además defendiendo su dignidad que supo llevar a todos sus negocios, sin tener que hacer malabarismos. El taxista amigo del industrial, continuo la amistad con la viuda, ya que en aquel tiempo fue testigo en su boda, y después siguió llevándole hasta las consultas de medicina interna a su amigo el industrial, que al morir acompaño hasta su ultima morada, G X Cantalapiedra, 12 - 9 - 2015
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