martes, 8 de septiembre de 2015

AQUEL CAFÉ BAR DONDE SUS CLIENTES

AQUEL CAFÉ BAR DONDE SUS CLIENTES CASI TODOS FALLECIAN Eran los años mil novecientos setenta y alguno más, cuando aquel flamante café bar, era abierto al publico, sus instalaciones de mostrador y mesas, eran de buena calidad, y su dueño entonces, era un hombre atento, y con muy buenos modales, su camarero se desvivía por tener la clientela atendida, en las mejores condiciones. Aunque no tardo mucho tiempo su dueño en traspasarle, y los siguientes administradores, siguieron la misma conducta de comportamiento, y así el negocio, no paraba de dejar dinero, su barra era un continuo paso de clientes gastando dinero , y quedando contentos con su servicio, pero los años noventa y tantos, fueron años de desequilibrio, empezó de nuevo otro traspaso del negocio, y con el las muertes anunciadas, que poco a poco se fueron llevando a parte de su clientela, los cubas libres, seguían haciendo mella, y cada poco tiempo la ginebra, el ron y demás bebidas alcohólicas, se llevaban a los clientes más consumidores, personas con cincuenta y algunos sesenta años, se marcharon en breve tiempo, fue como una cadena de fallecimientos, eso si, no solo bebían en dicho bar, también visitaban otros locales, donde se reforzaba sus costumbres de bebedores, parecía que no les importase el tener que morir, se reían cuando alguien de su entorno iba camino del hospital, pensaban que ellos serian distintos, pero la cadena de muertes no paraba, continuaba con los viejos clientes, solo quedaba uno, y encima tenia el problema de no poder beber alcohol, por su medicamento, el bar en poco más de cuatro años, se cerraba y traspasaba, sin tener nadie éxito, ni mujeres solas, ni matrimonios buenos cocineros, eran capaces de sacar adelante dicho local, estando cerrado más de un año seguido, por la fama que tenia de ser el camino del cementerio, en estos días pasados, de nuevo se volvió abrir, las perspectivas, son alarmantes, se encuentra siempre vacio, el miedo a ser un posible fallecido, hace que el local se convierta en una pesadilla, donde nadie del barrio se encuentra agusto dentro, ni quisiera ser el próximo que entre en tan penosa lista, ese ambiente de melancolía y tristeza, hace de dicho local una posible tumba, nadie que piso en sus tiempo de brillantez, hoy en día quiere pasar a ser visto dentro, es como una posible maldición, que nadie quiere que le ocurra a sus vecinos, el bar café sigue solitario, y su arrendadores, tendrán que dejarlo, si no quieren terminar arruinados, al verse en tal ambiente de penumbra y desolación, nadie quiere mirar de sus vecinos hacia dentro del local, pasan de largo como si existiera una sombra maligna, que les pudiera arrastrar a dicho local, apartándose de su puerta, y mirando con disimulo, en su silencio horroroso, hay personas que parecen ver a sus viejos vecinos dentro, y solo los ven ellos, porque descansan en el otro mundo, y algunas personas todavía sueñan con ellos, aunque quisieran olvidarlos parece imposible hacerlo. Los años puede que sirvan para olvidar, pero mientras queden amigos de los fallecidos, que alguna vez entraron con ellos allí, la clientela será muy difícil recuperarla, todo tiene su tiempo y su camino, pero hay caminos sin salida ni lugar para descansar, solo una retirada a tiempo puede aliviar cierta desconfianza, que dará tranquilidad a los posibles vecinos que fueron clientes alguna vez, todo camino tiene un final, por muy largo que nos parezca, y los caminantes hacemos relevos sin saber a veces donde vamos, pero la vida continua, y nunca seremos dueños de nuestro futuro, por mucho que intentemos protegernos, las horas se van pasando, sin sentir el tic tac de el reloj de la vida, como me comento uno de aquellos clientes, con los que yo converse alguna vez, mientras tomaba café, para hacer mucho más agradable la noche madrileña, y poder caminar por la vida sin estar dormido. Los recuerdos flotan sobre el ambiente, los nombres también están presentes, y el contorno nunca sabré lo que siente, ni si dirán que aquellos hombre eran demasiado valientes, para dejar esta vida sin otros muchos alicientes, más que el de correr bebiendo para llegar a su muerte. D,E, P. G X Cantalapiedra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario