martes, 1 de septiembre de 2015

CON LOS PASOS MARGINADOS CAMINABAN SIN DESTINO

CON LOS PASOS MARGINADOS CAMINABAN SIN DESTINO En aquellos años de 1950, la emigración en Castilla, era el pan de cada día, las escuelas de los pueblos, notaban como descendía el numero de alumnos, y las casas más humildes se cerraban, sin esperar que algún nuevo vecino, las llegara a ocupar, todo parecía un desastre, el trabajo era poco y mal pagado, además de seleccionar al personal, que podía efectuar dicha labor, cada final de verano, las maletas de madera, eran como un salvavidas, que esperaban llenarse de trapos, para comenzar el camino a lo desconocido, las despedidas siempre eran lo mismo, voces de lamentos, con ecos de sobresalto, y al final, siempre la misma frase, “Te deseamos suerte en tu nuevo camino”, las frases hacían su labor de consuelo, algunos emigrantes, vendían sus herramientas de trabajo, para poder pagarse su billete de tren, con dirección al norte de España, otros más decididos, eligieron las fronteras europeas. Aquellos años de marginación obrera, eran verdaderamente duros, se pasaban semanas sin poder ingresar nada de salarios en algunas casas, otros obreros se dedicaban a poder fabricar adobes para la construcción de tapias y hastiales, de las viviendas más desfavorecidas, todo parecía un cumulo de malos rollos, que solo el abandonar aquel terrible ambiente, se podía mejorar, la situación era demasiado penosa, los trajes de pana negra, les obligaban a durar años, envueltos en cosidos permanentes, y los panes que se consumían, en algunos hogares, eran fiados hasta más de tres meses, nada parecía cambiar el paso del tiempo, aquella posguerra nunca parecía terminar, solo las personas mayores se resignaban, a seguir pasando de todo, con tal de no abandonar su querida tierra, aunque a veces renegasen de ella, cada semana que pasaba era la misma canción, fulano se marcha llevándose a su familia a Vascongadas, y dejando deudas por pagar, al comerciante y panadero, pero prometiendo que volverá para pagarlos, que en algunos casos, se quedaron sin cobrar, ya que toda la emigración no era camino de rosas, en los corazones de los niños de aquellos tiempos, sentíamos como poco a poco, muchos compañeros de clase desaparecían, dejando su casa cerrada o vendida por muy poco dinero, el maestro de la escuela, con su sabiduría intelectual comento alguna vez. “ Tomen nota mañana serán ustedes los que les toque emigrar, y si no saben bien defenderse, en escritura y cultura, serán unos hombres marginados”. Creo que no se equivocaba en nada, aquellos compañeros de mi clase, les toco a la mayoría emigrar, y se marcharon hacia otras tierras, para poder salir del atolladero donde nos habíamos criado. Nada fue fácil, para aquella generación que empezamos a conocer la cultura de los motores, cada cual se busco su mejor forma de abrirse camino, incluso hubo algún compañero que paso apuros económicos grandes, pero las ganas de vivir en una vida mejor, nos hizo a todos aquellos alumnos, dedicarnos a fondo en nuestro futuro, la marginación la vimos de cerca, conocimos a muchas personas, que no solo pasaron necesidades, si no que conocieron lugares de trabajo, con mucha peligrosidad, aunque ellos no se dieran cuenta hasta pasados algunos años, de haberlos desarrollado, quizá algunos no lo pudieron contar, al morir en accidentes laborales, y apenas la familia lo comento, para ocultar la desgracia y mala suerte, toda la marginación era callada, cuando alguien regresaba a su tierra, los comentarios eran de éxito y dinero, cosa que en la realidad algunas veces fueron falsas, ya que tuvieron que vivir en barracones y cuevas, para poder salir adelante sin morirse de hambre. En Madrid yo conocí, los lugares de la mayor marginación, como fueron, El Abroñigal, el Cerro del Tío Pio, El Pozo del tío Raimundo, y lugares donde hoy en día se circula con automóviles en la llamada M, 30. Todo fue posible en las grandes ciudades, el éxodo masivo no dejaba lugar a dudas, cada cual se busco el sustento como mejor podía, y su vivienda trataba de conseguirla donde fuera, y a veces sin dinero, no todo el emigrante puede decir que triunfo, quizá una mayoría pudo abrirse camino con claridad, pero siempre con sus momentos difíciles, y sus sombras ocultadas, aunque si hubieran continuado en sus pueblos, hubieran sido mucho más marginados, la emigración fue una buena solución en aquel momento, G X Cantalapiedra.

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