LA
CALLE REAL, PARA BAJAR A LA ESCUELA
Años
llenos de promesas entre sueños infantiles,
besos
juegos y rarezas buscando cosas afines.
Bajamos
La Calle Real para llegar a la escuela,
siempre
llevando el cavas mientras gastábamos suela.
En
las mañanas tranquilas de días de primavera,
a
veces guardando filas con la esperanza a la vera.
Aquellas
viejas aceras de cantos descoloridos,
hicieron
largas esperas en momentos deprimidos.
Un
maestro de mí infancia nos daba su compañía,
Don
Quiterio se llamaba y era clase de armonía.
Los
años fueron pasando en perfecta sintonía,
hubo
clases de ir pensando donde reino la alegría.
Compañeros
de la infancia codo a codo cada día,
sin
existir elegancia vivimos la tarde fría.
Son
recuerdos lasecanos envueltos en sinfonía,
con
los músicos tempranos que daban su simpatía.
Años
que dejaron huellas para muchos emigrantes,
que
soñaron noches bellas en sus penosos instantes.
Ahora
recorro la calle entre pensamientos sanos,
y
reluce algún detalle al lado de mis hermanos.
Aceras
llenas de niños, por las calzadas los carros,
eran
tiempos de cariños con aquellos grandes barros.
Cuantos
recuerdos perennes, cuantos ratos olvidados,
la
vida te da vaivenes que ya no son recordados.
Han
pasados muchos días, La calle Real ha cambiado,
más
siguen las noches frías sin ver el cielo nublado.
Los
recuerdos siguen vivos, aún les vamos apuntando,
habrá quien ponga adjetivos que a veces
les van dañando.
G X Cantalapiedra.
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