ERAN
TIEMPOS DE SANCIONES
O MULTAS POR
TRABAJAR LOS DOMINGOS.
En los años de mil novecientos cincuenta
y algo, En la Castilla Profunda, estaba prohibido trabajar en festivos, desde
el pulpito el cura de la villa, lo publicaba, diciendo que se pondrían
sanciones, a los que faltaran a las órdenes divinas, por salir a trabajar al
campo, o los huertos pegando a las casas. Todo aquello era una forma de
represión, sobre las familias más necesitadas, que casi siempre eran numerosas,
mi Padre fue sancionado dos veces, con la cantidad de doscientas cincuenta
pesetas, por multa, que venían con el membrete del gobernador, que las impuso
la guardia civil de La Seca. Por mandato de las autoridades locales, que se
regían por las órdenes del cura párroco, que una vez llegado Junio, levantaba
tal prohibición, para la recolección de cereales y lo mismo en vendimia. Se
dieron algunos casos, que sin ir a trabajar, solo el ir de visita a ver alguna
finca, les sancionaron, y otras personas que se marchaban a por leña a los pinares, tenían que venir de allí el
domingo por la tarde noche, para no ser sancionados. Todo aquel cumulo de malas
leyes, hicieron que los pobres obreros, fueran más pobres, ya que los sueldos o
jornales de la agricultura, eran de pura miseria, y los domingos la mayoría iba
a trabajar en sus pequeñas fincas, que les ayudaban a que su economía fuera un
poco mejor. Las multas impuestas, las pasaba a cobrar la guardia civil, y sí no
las pagabas, podían llevarte a la cárcel, suponiendo que no estuvieras fichado
por rebelde o no católico, cómo era la clase obrera de entonces en La Seca, que
la mayoría solo pisaba en la iglesia, en entierros bodas y bautizos, y aquellas
medidas, no les inducían a practicar ninguna clase de religión. Aquellos años
mucha gente se marchó de emigrante, para perder de vista a las cacicadas, que
se sufrían en la Castilla Profunda, y que años después lejos de La Seca, se
comentaban hasta en los entierros, o duelos, para recordar cómo la gente
humilde y honrada, pasaban aquellos años de miseria. Con muchas deficiencias económicas,
y algunos para poderse marchar a la inmigración, tuvieron que vender burros y
gallinas, para poder llevar en la cartera, dinero para poder pagarse el viaje,
unos a la tierra Vasca, y otros a diferentes lugares de España o el extranjero,
Algunos de ellos, aún recuerdan aquellos momentos amargos, que para pagar
alguna de esas multas, tuvieron que recurrir a familiares o amigos íntimos, porque
su economía era deficitaria, y debían dinero a panaderos comerciantes, o
simplemente al herrero, que les arreglaba sus herramientas de trabajo. Los años
no han hecho, que aquellas injusticias, con la clase obrera más necesitada de
aquellos años, se hayan del todo olvidado, algunos nietos recuerdan de a ver oído
en su casa, dichas historias, que tan solo sirven para odiar algunas personas
de aquella época de miseria y hambre, En un entierro en Madrid hace unos 30,
años, alguien de La Seca me comento. “Tuvimos que sufrir muchas injusticias, y
cada vez que recuerdo aquello, me siento mal, seguro que me moriré, sin volver jamás
a La Seca”. Aquello se me quedo grabado, aquel hombre tenía sus razones, y las
explicaba sin hacer uso de palabras gruesas ni insultos, pero me dejo sus
huellas. Era una persona entonces mayor, hoy seguro que ya no vivirá. Pero esto
que hoy escribo, tiene mucho de lo que el me comento, quizá sí desde el cielo
lo pudiera leer, se alegraría, de poder ver, cómo se puede escribir, y llamar a
las cosas por sus nombre,
G X Cantalapiedra.
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