AQUELLOS TERRIBLES AÑOS
En aquel año de 1962, los fantasmas
empezaban a ser olvidados, pero en aquel lugar de la Castilla Profunda, no
dejaban los vecinos de pensar en ellos, cada poco tiempo algún vecino
comentaba, los raros ruidos producidos en su vivienda, en las horas nocturnas,
donde vibraban las vigas de aquellas casas, la mayoría construidas con adobes, de
vez en cuando alguna casa, sobre todo las desocupadas o vacías, se hundían sin
remedio, las bodegas llenas de agua hasta sus claves altas, eran un peligro
constante, llenando de humedades, a todo el conjunto de la casa, produciendo su
hundimiento, con el paso del tiempo. Los fantasmas desaparecían, tan solo existían
en los pensamientos de las personas desconfiadas, que pensaban en los fantasmas
del pasado, volvían de nuevo a ocupar sus viviendas, aunque algunos ruidos, se
dejaron oír en casas donde jamás pensaron en dichos casos extraños, no pasaba
más de un mes sin que se comentara, otra casa se ha hundido, y las personas de
aquel lugar, lo tomaban con mucha tranquilidad. Aunque todos pensaban que podrían
ser víctimas de aquellas inundaciones silenciosas. Los ruidos por las noches
eran tenebrosos, simplemente cuando los gatos hacían sus carreras por los
tejados y sobrados, sus ruidos eran de pensarlo, cualquier golpe de viento
sobre la chimenea de la casa, cayendo el hollín sobre el fogón, daban la
impresión de que algo avisaba de cualquier catástrofe, a pesar de todo, las
personas no desalojaban las casas, hasta que la veían hundirse sin salvación. Fueron
años terribles, el dormir sobre las bodegas, sabiendo que tenían cómo dos metros
de agua, o quizá en algunos casos más. Aquellos ruidos casi siempre nocturnos,
les daban a sus vecinos el aviso de algo raro, algunos salvaron sus vidas, al
salir corriendo con lo puesto, sin esperar a poder recoger nada de sus
pertenencias, Aquella Villa de Valladolid, llamada La Seca, fue una sufridora
de acontecimientos trágicos, bastantes casas quedaron hundidas, se construyo un
barrio entero, sobre sus eras, que ya entonces con las cosechadoras apenas se usaban.
Los vecinos empezaron a revisar sus bodegas, al iniciarse la sequía, y la mayoría
de las personas las cuidaron y arreglaron, ya que en algunos casos, las paredes
que separaban las bodegas, se habían hundido, dándose el caso de poder andar
por las bodegas del centro del lugar, sin salir a la calle, hasta más de doscientos
metros. Todo parecía ser cosas del demonio, cómo algún anciano comentaba,
aunque la gente joven trato de salir adelante, sin el temor de ser víctima de
ningún hundimiento. La Pista de Baile, del verano, tuvo su bodega debajo, y
también se hundía su suelo, rellenando el vacio que dejaba la bodega, con
tierra de los tinos de su Bodega cooperativa. La gente joven bailaba sin ningún
miedo, se brincaba e incluso se lidiaba una vaquilla escapada en verano, allí
dentro, sin ningún temor ni miedo, Los fantasmas del pasado, parece que se
quedaron dormidos, Y La Seca, volvió de nuevo a vivir más tranquila, aunque de
vez en cuando, alguna persona que entonces emigro, saque a conclusión, sus
impresiones de aquellos años de desastres continuos. Y el recuerdo se deje
notar en muchas personas mayores, que en aquellos años fueron testigos, y su
memoria sigue activa, sin poder olvidar la cantidad de ruina, que hizo en algún
momento pensar, en que los fantasmas estaban dejando sus huellas, pero por el camino
de la destrucción. Digamos ahora lo que dijo Machado. “Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo camino, camino sobre la mar”.
G X
Cantalapiedra.
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