lunes, 5 de marzo de 2018

BUSCANDO LA MAGIA NEGRA EN CASTILLA LA VIEJA


BUSCANDO  LA  MAGIA  NEGRA  EN  CASTILLA  LA  VIEJA.  
Era el año de 1912, en la España rural, de aquella época, donde existía mucho curanderismo y brujería, lo que le llevo aquel hombre, de unos veinticinco años de edad, a iniciar el camino de las tierras frías de Castilla la Vieja, para poder conocerlas a fondo. Su economía era bastante buena, ya que acababa de heredar bastantes riquezas, y sin dudarlo demasiado, se compro un buen caballo, y sin tardar muchos días, inicio su largo viaje, camino de la provincia de Segovia, donde inicio su investigación de magia negra, Su salida de Madrid, la realizo por la zona de Somosierra, habiendo parado a dormir y descansar, en el Pueblo de La Cabrera, donde en un paseo nocturno, con un vecino, de esa localidad, se acerco hasta el Pico de La Miel, donde la superstición tenía su encanto, era un lugar que te daba aliciente de poder escalarlo, y alejándose de allí aquella noche del mes de septiembre, algo le decía que estaba en el buen camino, para poder lograr lo que el tanto había buscado. Su viaje le llevaría hasta Sepúlveda, ciudad de siete puertas según la tradición, y donde la noche que allí pasó, le hicieron pensar en el pasado. Sin esperar mucho a la mañana siguiente, tuvo que herrar a su caballo, para continuar viaje hacia su misterioso destino. Su recorrido a veces galopando y otras andando, le llevaron hasta Riaza, desde donde la sierra, aún en septiembre, por las noches corre un viento helador, que le hicieron desistir de sus paseos nocturnos por el llamado Rasero. Sin detenerse demasiado, llego hasta Ayllón, un lugar amurallado, y con sus muchos recuerdos de la época medieval. Pero sin encontrar nada de los misterios que el andaba buscando, al día siguiente se decidió cruzar los Altos de Ayllón, ahí sí su mente sintió ráfagas de misterios, eran unos llanos todo en aquella época del año en rastrojeras, sin tener la posibilidad de poder ver ningún lugar habitado a la vista, y la distancia aún con el sol de medio día, parecía aun mayor, el sudor del caballo y caballero, hacían mella sobre tan duro paisaje, después de varias horas de camino, se encontró en Peñalba de San Esteban, un lugar con verdadera magia, su iglesia con portalones romanos, y sus álamos al rio, le hicieron sentir un poco su optimismo, que aquella noche en su posada, se convertiría en miedo sin tregua, toda la noche soplando un aire tremendo, y sobre la ventana de aquel pequeño dormitorio, chirriaban las maderas, al tiempo que su caballo soltaba quejidos, al levantarse por la mañana, pregunto si existían en el lugar aquel curanderos o brujas, la respuesta fue un toser del posadero, que le indico a unas dos leguas está San Esteban de Gormaz. Allí pregunte lo que quiera, aquí queremos vivir tranquilos. El joven sin dudarlo continúo camino, aunque sin quedarle claro aquel comentario del posadero. Llegando a San Esteban de Gormaz, paro su caballo, y contemplo su arruinado Castillo, todo aquel lugar en ladera, hasta la Virgen del Ribero en la cima. No dudo en caminar con su caballo por sus estrechas calles, y ver el río Duero entre árboles que todavía, conservaban sus hojas. Allí pregunto si existían curanderas o magos, y alguien que no era de esa localidad, le acompaño hasta la casa de una curandera, que tan solo la comento, que tenía dolores en la espalda, y aquella mujer le dijo. Usted busca misterios y brujería, tendrá que viajar mucho más lejos, le recomiendo que se vaya hasta Barahona de Las Brujas, y sin pensarlo demasiado, el joven inicio su marcha, pasando por El Burgo de Osma y Berlanga de Duero. Para continuar por aquellos caminos de tierra, hasta Ribas de Escalope, donde su información le llevaría hasta Barahona. El joven pensaba encontrarse allí los misterios de la magia, pero solo se encontró con la famosa Piedra del Confesionario de Las Brujas, trato de buscar sus símbolos, viendo que su iglesia se asentaba sobre un Castillo Árabe, desde donde según algún comentario, existía la misma distancia a diferentes puntos de España. allí en Barahona, se instalo varios días, hablo de aquelarres con algún vecino, que le intento comprar su caballo, a lo que él ni le dio importancia, aquellos días de investigación, le parecía estar sobre una cima de suelo, donde el sonido provocado por su caballo al andar, retemblase bajo sus cascos, como si fuera un lugar de simas, aquel mágico pueblo, sin tener demasiados vecinos, era parte de lo que él buscaba, era la Castilla oculta y misteriosa, al tiempo se entero, de el paso de personas y carruajes, desde Medinaceli, hacia Almazán, o siguiendo el camino de Pamplona, donde los Aquelarres eran el paso a el más allá…..       G X Cantalapiedra. 

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