viernes, 31 de mayo de 2019
LAS TORMENTAS EN LOS ALTOS DE AYLLÓN
LAS TORMENTAS EN LOS ALTOS DE AYLLÓN
En aquella noche de finales del mes de julio de 1983, la tormenta que venía desde la parte del Puerto de Somosierra, se hizo mucho más grande y tenebrosa, los rayos y truenos a las tres de la madrugada, hacían ver el terreno de la derecha de Los Altos de Ayllón, como si estuviéramos en otro planeta lleno de laderas y regatos secos, donde en el verano ni crecen las hierbas. En aquel terreno que algunos le llaman lunar, los sonidos y sus ecos, hacen sentir un escalofrío de vez en cuando, la noche cerrada con sus nubes de una tremenda tormenta, te pueden sacar de quicio, las ventanas del automóvil todas cerradas, el coche sin aire acondicionado, como en aquel tiempo era lo normal, los truenos y relámpagos se amontonaban , y el vapor que salía del asfalto de la carretera, hacían con las luces de los faros, una estampa tenebrosa, los cristales se empañaban del vapor de dicho ambiente, sin embargo la tranquilidad del conductor, era desbordante, hasta que una liebre salida de la cuneta, se estrelló contra su coche, el ruido de la carrocería fue tremendo, pero sin detenerse por no verse mojado, no paro el vehículo, un SEAT modelo 131,--- 1430, de gasolina. El lugar aquel era un verdadero desierto, ni un solo coche durante más de 40, kilómetros, en aquel lunes mal llevado, donde dicho lugar encierra sus misterios, que nadie puede por el momento explicar, el conductor empezó a notar que su coche se movía demasiado sobre el asfalto mojado, y de vez en cuando con un granizo pequeño, pero que el peligro acechaba. La bajada de Los Altos de Ayllón fue temerosa, el agua corría por la carretera con una fuerza grandiosa, algunas cunetas rebosaban de agua, y el parabrisas era limpiado a tope, para poder divisar la carretera y su peligro inminente, fueron unos kilómetros de tener los nervios templados, y esperar que la tormenta pasara, pero fue un tira y afloja, el camino hacia Soria ciudad, estuvo lleno de ratos de tormenta y de lugares casi secos, la noche se iba terminando, las claras del amanecer se notaban al subir el puerto del Temeroso, sin embargo los rayos se divisaban a mucha distancia, en algunos casos ni se escuchaban los truenos, y mucho menos con el motor en marcha. En la cima del Puerto, sobre un lateral sobre un pequeño montículo, un Zorro esperaba con sus ojos brillantes como si fueran reflectantes, que se divisaban desde la parte mediana de dicho Temeroso. Todo aquello eran presagios de una noche de verano demasiado movida, y con un camino que te hacía temblar su resultado. La llegada a Soria, fue sin ninguna dificultad, aunque dentro de sus ratos pasados fue horrorosa, La noche aquella es de las que se guardan en la memoria, cuando el miedo se ve cerca, y los credos y las ideas religiosas no te sirven, solo piensas en La Madre Naturaleza, que con su fuerza absoluta, puede amargarte el camino, y dejarte tirado donde muchas veces menos lo piensas, las sombras de la noche te dan que pensar, y hay lugares que a veces quisieras olvidar, pero es muy difícil, solo sabes que en tal sitio, el misterio que encierra sus condiciones, te hacen pensar de vez en cuando en lo que allí tuviste que vivir. La vida te pone en el disparadero, no te vale ser más listo, ni tener mucho más dinero, cuando el peligro si existe no sirve ser caballero, ni pensar que si la vista te puede quitar el miedo. Momentos llenos de penas, entre los rayos y truenos, que no te ponen cadenas pero saben a venenos. En Los Altos de esa tierra donde nunca ves un pueblo, en el ambiente se encierra ratos que solo pensarlo tiemblo. Son misterios de la altura con momentos horrorosos, curvas de causan locura entre grises silenciosos. Segovia y Soria se juntan en lugares con invierno, donde las dudas abundan y en verano son infierno. G X Cantalapiedra.
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