EN LA
POZA DE LOS
LOBOS
La
memoria va anotando
muchos
ratos tenebrosos,
parece
que están brillando
ciertos
momentos penosos.
Una
culebra perdida
en
la Poza de Los Lobos,
con
una fuerza imprimida
que
dio saltos muy rabiosos.
Corriendo
surcos a arriba
se
alejo mientras silbaba,
ella
se trazo su cima
y
vimos que se alejaba.
En
la Poza de los Lobos en época de verano,
su
presencia dejo cotos en su cerco poco humano.
Eran
las doce del día con un sol despendolado,
yo
temí por mí armonía al ver su rumbo ocultado.
Las
mulas tuvieron miedo, en su mundo acomplejado,
la
culebra tiene un credo de hacer su rumbo malvado.
Corriendo
surcos arriba sin ver su rumbo grabado,
el
labrador en su criba, jamás usara el arado.
Culebra
de más de un metro, cómo un potro desbocado,
el
mirarla daba miedo, y yo la tuve a mi
lado.
En
La Poza de Los Lobos en los surcos ya segados,
la
culebra dejo flojos hasta los haces atados.
Sus
cinturas se movieron cómo rayos impregnados,
los
segadores dijeron tiene venenos muy malos.
Por
el Camino del Puerto marche cómo un liberado,
de
tan terrible sorpresa y con el rostro asustado.
Aquella
feroz culebra de rastrojos y sembrados,
la
noté cómo una fiera que jamás tendrá cuidados.
Era
a finales de julio, cuando el sol te iba quemando,
atrás
se quedaba junio con los cereales granando.
Los
viñedos de La Seca, estaban muy disgustados,
al
ver que su propia meta eran majuelos plantados.
En
La Poza de los Lobos con la culebra a mí lado,
entendí
que muchos logros tienen peligro rodado.
La
sed las vuelve rabiosas en los tiempos de verano,
las
horas más calurosas, hacen su mundo inhumano.
G X Cantalapiedra.
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