martes, 10 de noviembre de 2015
LAS VERDADES OCULTAS DE UN HOMBRE EN AQUEL MISTERIO
LAS VERDADES OCULTAS DE UN HOMBRE EN AQUEL MISTERIO
Pasaban de las diez de la mañana, de aquel día frío de niebla del mes de diciembre, el tractor que conducía, empezó a fallar, pero no le daba importancia, algunas veces se helaba hasta el gasoil, pero aquella mañana, parecía diferente, estaba labrando una parcela de cuatro hectáreas, entre los pinares de la Ribera del Duero, el tractorista no le daba tiempo a mirar hacía ningún lado, y solo su vista se dirigía al frente, que tenía una visibilidad más bien corta, sin darle tiempo a pensar ni a reaccionar, se dio cuenta que un vehículo, de un color muy raro, ocupaba la parte de tierra por donde tenía que labrar, pero no era nada fácil, sin darse cuenta de lo que tenía de frente, sintió un golpe de calor horrible en su pecho, y entre la niebla vio como otros dos fogonazos, se metían dentro del tractor, que se quedo paralizado, y sin ninguna clase de luz, ni la del testigo de la batería, ante tal situación y revolviéndose en la cabina de dolores, el tractorista miraba aquella máquina infernal, desde donde le habían disparado como en las películas de misterios, un fogonazo y se quedo el tractor parado, y entonces el miedo se apodero del tractorista, que no era capaz de poderse bajar de la cabina, hasta el suelo, se quedo como una momia, sin poder hablar ni responder a nada, estuvo en esa posición incómoda, durante un tiempo que nunca supo explicar, la nave después de aquel traspiés, parece que se marchó como trascurridos unos veinte minutos, y el tractorista comprobó como entre la niebla despego en vertical, a una velocidad de sobresalto, el tractorista intento poner el tractor en marcha, pero era imposible, ni había batería ni los controles marcaban nada, quizá pasaron algunas horas, hasta que el tractorista pudo salir en busca de ayuda, tardando más de media hora andando, hasta llegar a su localidad, donde conto su experiencia, y algunos conocidos le tomaron por loco, aunque el se dirigió al consultorio médico, para contarle su encuentro con dicha nave. El doctor comprobó que era cierto lo de sus quemaduras, en el pecho, su camiseta estaba tostada, y el resto de la ropa, oliendo ha quemado, el médico rural sin saber que diagnosticar le dio un volante para que al día siguiente se marchara a Valladolid, a revisión, cosa que el tractorista hizo. El dueño del tractor se marcho a su parcela, para comprobar los daños que decía su tractorista, había sufrido el motor y sus controles, teniendo que llamar a una grúa para su traslado al taller, donde le harían la reparación, en el taller no sabían que decir de dichas averías, solo veían cables medio tostados, y olor como si hubiera estado azufrando, después de cambiar todos los cables del motor y los controles, además de la batería, intentaron de nuevo ponerle en marcha al tractor, cosa que costó mucho tiempo y dinero. El tractorista visito el hospital en Valladolid, donde solo le veían quemaduras raras, y sin saber como ni por que tenía unas marcas encarnadas en la piel, los rayos X no pudieron sacar nada a la luz, y el tractorista de nuevo regreso a su pueblo, donde día a día empeoraba de salud, entre grandes dolores y sufrimientos, y los médicos sin encontrarle nada que les pudiera hacer saber su historial, el tractorista no pudo volver a trabajar, los dolores le impedían el respirar, y los sudores le corrían por todo el cuerpo, sin saber cuál era el misterio que el había pasado, los comentarios no dejaban de surgir, algunos decían este se coloco de aguardiente para poder soportar el frío y la niebla, y luego cuenta milongas. Pero esta vez se equivocaban, la historia era cierta, y verdadera, y el tractorista caminaba hacía la muerte deprisa, sin poderle intervenir de sus males, producidos por aquel vehículo que quizá no era terrestre, si no alguna nave del misterio, que quiso dejarse notar muy cerca del río Duero, y entre sus nieblas frías, donde un tiempo después el tractorista fallecía, sin averiguar los doctores la causa de su fallecimiento. y su propia gente sin enterarse de tan fatal encuentro con seres quizá de otras galaxias. G X Cantalapiedra.
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