jueves, 5 de noviembre de 2015
AQUEL HOMBRE QUE VEIA CUARTO MILENIO.
AQUEL HOMBRE QUE ESCUCHABA A IKER JIMENEZ EN CUARTO MILENIO
• Aquella noche, el hombre de nuestra historia, se sentía solo en su vivienda del pueblo, las historias que estaba escuchando, le ponían carne de gallina, y le parecían tan reales, que pensó que ciertos misterios, a veces no suelen serlos, desde que su esposa falleció, apenas podía conciliar el sueño, y todos los programas nocturnos de la televisión, se los veía sin dudar siquiera, en particular Cuarto milenio, era su favorito, después de verlo se marchaba a la cama, trataba de soñar realidades imposibles, esperaba poder hablar con su difunta esposa, y poder contarla como estaba su vida de aburrido y sin esperanza de nada, pero aquel domingo todo le parecía distinto, al marcharse hacia la cama, y apagar la televisión y la luz del comedor, esta se quedo encendida, y aunque trato de dar a la llave eléctrica, esta no le obedecía, intento varias veces apagarla, pero era imposible, el pensó voy a tener que quitar las bombillas de la lámpara, o dejarlas encendidas el resto de la noche, todo esto sucedía, cuando de repente, se vio todo el pasillo iluminado, incluso el cuarto de baño, el hombre empezó a pensar en los misterios de aquella noche, hasta entonces tranquila, se lanzo a pagar las llaves de la luz, y según apagaba una se encendía la otra, era como si simultaneara las diferentes luces de la casa, viendo todo tan complicado, termino sacando la linterna y apagando el diferencial del contador eléctrico. Una vez todo apagado, se marchó tranquilo a dormir, pero no fue tan fácil, en la soledad de la noche, empezó a sentir voces de socorro, que parecían venir de la misma calle, donde el hombre vivía, con la linterna en la mano y medio vestido, abrió la puerta de la calle, donde el silencio más absoluto reinaba, espero un buen rato por si seguían los gritos de socorro, al ver que todo era tranquilidad, se volvió a ir a su cama, pero no tardo mucho tiempo en seguir escuchando los mismos gritos de antes, y al tiempo las luces de la casa se volvían a encender solas, marchó hasta el diferencial, y comprobó que el solo se había subido, y empezó a pensar que algo raro le estaba pasando a él, se termino de vestir, y se preparo un café cargado, para pasar la noche aquella que parecía un poco rara, el hombre se movía por su pasillo medio a oscuras y medio encendido, cada equis minutos, las luces cambiaban de encendidas a apagadas, formando un verdadero eclipse eléctrico, el hombre intento no escuchar aquellas voces de socorro, pero según llegaba la madrugada, se hacían mucho más fuertes, y su cerebro, no entendía el verdadero significado, en uno de sus paseos, sintió como su puerta era golpeada desde fuera de la casa, intento acercarse sin apenas meter ruido, y mirar por la cerradura de quien era el que llamaba, no parecía a ver nadie detrás de la puerta, y en voz baja pregunto, “quien anda por ahí”, nadie contesto a esa pregunta, la soledad era su única compañera, y pasado un par de horas, ya muy de día, se dirigió al electricista del pueblo, para que revisara su tendido eléctrico, que no tardo mucho tiempo en revisar, sin poder ver este hombre nada extraño, al revés le dijo echándole la bronca, no trate usted de jugar con las personas, no estamos para perder el tiempo, el hombre se quedo de piedra, ya que aquella noche del amanecer del lunes fue para el de lo más trágico, intento averiguar si alguien del pueblo sabia de cosas de misterios, y se dirigió en casa de una señora, que se dedicaba a dar ayuda en las matanzas de cerdo, pero que la creían con poderes de brujería, esta señora al ser visitada por el hombre, le explico que todo era posible en su hogar, ya que su esposa estaba muerta pero su espíritu, se había quedado con él en su casa, y para darle señales de su visita usaba las luces de reclamo, y sus voces de socorro, quizá no fueran de ella, pero las usaba para hacerle saber que la casa era de los dos, y no debía de venderla ni abandonarla. El hombre se fue a su casa casi convencido, de que era cierto todo aquel episodio que le acababa de contar la componedora, de su pueblo, referente a su esposa difunta. El hombre se encontraba en una encrucijada, sin saber como reaccionar, en dicho problema, quiso llamar a Iker Jimenez, pero su conciencia, se lo prohibía, y por fin decidió, callarse su misterio sin resolver, y esperar que la siguiente noche, no le sucediera la misma historia, G X Cantalapiedra.
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