martes, 24 de noviembre de 2015

LA CITA SIEMPRE EN LA ERMITA

LA CITA SIEMPRE EN LA ERMITA En un lugar de Castilla, no muy lejos de Madrid, la historia quedaba escrita, sin encontrar un buen fin, Una joven se casaba, con su fiesta y su postín, pero el marido la daba un penoso porvenir. El marido que buscaba hombres de su rara lid, enseguida la dejaba por un mozo de Madrid. La joven mujer quemada viéndose tan infeliz, con un soltero llegaba a trazarse un nuevo fin, Los dos caminando juntos, los dos sufriendo al partir, y el marido se vengaba chillando, “Alguien tendrá que morir”. Los cuchillos en la aurora quieren todo deducir, atrás quedaba su honra y su forma de vivir. La joven llorando penas, con penoso porvenir, el hombre mayor soltero no se atreve a decidir. Las criticas van deprisa para invitar a sufrir, y el marido en su sonrisa habla de muertos por fin. Todo parece imposible, nadie quiere decidir, las escopetas cargadas hablan de matar al vil. El silencio queda roto, entre brisas de marfil, el hombre que no es devoto de verse sin porvenir. Y el marido que se ofende, viéndose que es un mal ruin, amenaza mientras vende su penoso porvenir. Las horas pasan deprisa, y el amor que surge así, quiere comprender la brisa de cómo pueden seguir. En la ermita la esperaba, con su sueño de marfil, mientras la joven temblaba por el miedo de morir, marchaban bastante lejos con promesas por cumplir, mientras los labios se besan quieren marcharse de allí. La joven llora en silencio, el hombre se ve feliz, el marido en su desprecio dice que se va a Madrid. Nadie sabe de su marcha por las calles de Madrid, solo que el vicio le engancha sin querer ser adalid. Un matrimonio perdido con dudoso porvenir, aquel marido vicioso que no sabe que es sufrir. El hombre lleno de miedos con amenazas sin fin, la joven pierde sus credos sin saber donde vivir. El marido va buscando a el hombre de su vivir, pero solo va encontrando desprecios de su sentir. La joven sigue llorando sin saber que decidir, el hombre mayor callando más temiendo el sucumbir. Sueñan con besos y abrazos y marcharse hasta Madrid, sin querer romper los lazos de un oscuro prevenir. El marido fue notando lo que le puede ocurrir, y los viene amenazando con escopeta y fusil. Los dos se quedan temblando temen por su porvenir, y el marido amenazando quiere aquel amor partir. Pasaron bastantes horas de penoso sin vivir, mientras la joven llorando no sabe que decidir. Los caprichos de la vida son rutas por elegir, alguna vida perdida encima llega a exigir. Los amores quedan rotos con frases de sucumbir, el marido pone cotos y el hombre llora su fin. Todo el dinero le sobra, ya no sueña el ser feliz, aquel marido no cobra y sé llega a reprimir. Ahora se ven por la calle con miradas sin un fin, ella vera algún detalle que la asusta el revivir. Amores para el olvido muy cerquita de Madrid, el marido con su amigo tratando de ser feliz. La joven será cautiva de un penoso porvenir, aunque el amor la motiva el hombre llora su fin. Todo se acaba en la vida y el drama vuelve a fluir, el hombre la ve perdida sabiendo que no es feliz. Besos y abrazos sentidos de camino hacia Madrid, hoy que parecen perdidos vuelve todo a resurgir. Que la historia sigue viva, que el amor no tiene fin, que algún beso te motiva para querer ser feliz. Cuando los ojos nos lloran ni saben cuál es sufrir, jamás a la vida imploran el amor que ha de venir. G X Cantalapiedra.

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