viernes, 7 de junio de 2019
ERAN TIEMPOS DE HAMBRE ESTRAPERLO Y MISERIA
ERAN TIEMPOS DE HAMBRE ESTRAPERLO Y MISERIA
Aquel joven lasecano, con tan solo quince años de edad, y con la condición de ser hijo de fusilado en la guerra incivil española, por las fuerzas sublevadas a la Republica, no le quedó más remedio que salir corriendo de su Villa, para poder abrirse camino en donde fuera. Aquella fría mañana del mes de octubre de 1943, preparo lo poco que tenía de ropa, entre dos tablas de una puerta vieja, que pudo recoger en una barda de tapia, y con un par de cuerdas delgadas, echando sobre su espalda, tan ligero equipaje, se dirigió, hasta donde un vecino suyo salía con el carro y las acémilas, camino de Medina del Campo, donde sin pensarlo dos veces, tomo la decisión de montar en un tren de mercancías, que trasportaba ganado, y subiendo a un vagón de caballos, hizo compañía al cuidador de dicho ganado, hasta muy cerca de Bilbao, lugar donde el intentaba abrirse camino en su vida, que de momento le resulto difícil, pero que con el paso del tiempo, llego a tener una vida desahogada económicamente, y incluso pudo evitar el servicio militar al ser hijo de viuda, ya que su madre la pudo llevar a vivir con él a Bilbao, para poder olvidar aquellos años de penumbra y hambre, al no tener medios de vida en su Villa natal, La Seca. Su trabajo en Bilbao, fue principalmente ser empleado de una pescadería, que sin tardar mucho paso él a ser su propietario, al casarse con la hija del dueño, y así empezar a poder disponer de un medio de vida cómodo, sin olvidarse nunca de aquellos años de guerra y racionamiento, donde en su casa no tenían que llevarse a la boca nada, donde algunas noches, del mes de septiembre, antes de empezar a vendimiar las viñas, salía a poder matar el hambre, con uvas de las muchas viñas del término, que incluso eran sulfatadas las de al lado de los caminos, carreteras, o cañadas, para evitar el ser robadas, pero que arriesgándose bajo tan mala situación económica, eran varias personas las que en aquellos años se arriesgaron a sufrir grandes males en el intestino, con los productos, que echaron a los majuelos, para evitar que les comieran las uvas a sus dueños. Este joven además llevaba un fardel de lona, para llevar a su casa algo que su madre pudiera comer. Con el paso del tiempo, este joven que ya tenía su familia bien estructurada, comentaba a sus hijos, sus muchas miserias, para que se dieran cuenta de los días tan fatales que tuvo que pasar en su Villa de nacimiento, Y prometiendo a su familia, que nunca más volvería a pisar aquella tierra, donde su padre sufrió tan mal final, habiendo sido un hombre legal, y trabajador honrado, y siendo su propia madre y el mismo, castigados por ser hijo de quien era, un hombre que aún no ha sido levantado su esqueleto, de donde fuera mal enterrado, después de pasarle por las armas, Hoy este joven que llego a ser mayor, ya no existe, su cuerpo descansa en un buen mausoleo, en El País Vasco, pero se fue al mundo de los muertos, sin poder saber dónde estaba su padre mal enterrado, y sus hijos y nietos, quedaron pendientes, de si algún día no muy lejano, se les llegaría a dar por lo menos un lugar de descanso eterno, aquellos hombres que murieron sin entender el porqué de su fusilamiento, Hay recuerdos que los años no consiguen borrar, y huellas que nunca se olvidaron, Hay descendientes de La Seca, que siguen en ello pensando, pero las dudas cada día siguen aumentando, y por detrás no queda gente de aquella, que puedan comentar donde les fueron a cada hombre fusilando. Los misterios de La Seca, hoy por hoy, se siguen aumentando, no valen ciertas recetas, no sirven nuevos halagos, cada cual busca su meta, sin pensar en tristes tragos. Cuando los vientos se sienten entre pinares marcados, muchos llantos se presienten en lugares recordados. G X Cantalapiedra.
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