miércoles, 16 de diciembre de 2015
SE LE ROMPIÓ LA CADERA
SE LE ROMPIÓ LA CADERA EN AQUELLAS AVENTURAS
Eran los años dos mil y pico, y aquel hombre de rigidez orgullosa y muy bien vestido, termino en el hospital con su cadera rota, él que presumía de salud de hierro, y decía que su esposa era un trasto viejo, el dinero no le faltaba nunca, ya que sus negocios le habían dado, una sobrada posición cómoda, lo que jamás debió de pensar, es que terminaría en un quirófano, para tener que ser intervenido, de aquella rotura qué sin darse cuenta, le llevo al suelo cuando paseaba, al lado de una de sus mujeres más favoritas. Ya que en su vivir diario, se hacía ver con tres amigas diferentes, y las tres mucho más jóvenes que él, y de muy buen aspecto, en su forma de vestir y de delicado comportamiento, visitando las cafeterías de Madrid, siempre de moda, El dinero parece que no le faltaba, y además un buen coche para pasear a sus adoradas mujeres, una de ellas casada y dueña de un negocio. Su porte de hombre de mundo, y su cartera con dinero, le hacían ser un Don Juan Tenorio, pero una tarde de invierno, próximo a la Navidad, cuando caminaba por la Gran Vía de Madrid, y del brazo de una señora estupenda, y alta como era él, sintió como su cadera perdía estabilidad , y si no es por la acompañante hubiera acabado en el suelo. No tardo mucho en llegar una ambulancia, del Samur. Que le llevaría rápidamente, hasta el hospital de guardia, donde rápidamente fue intervenido, saliendo bien de la operación quirúrgica, y regresando a su domicilio particular, a los pocos días de tan fastidiosa impertinencia, donde tuvo que contratar a una enfermera, durante más de dos meses, hasta que consiguió de nuevo volver a caminar con dos muletas, eso sí con el cuidado de no volver a dar un tropezón que le llevase de nuevo a dicho hospital, y sobre todo, el saber manejarse sin tener ninguna caída que le hiciera retroceder en el posoperatorio. Pronto volvió a ser el capricho de las nenas, ya que su dinero no parecía estar en horas bajas, y su esposa, parecía no enterarse de nada de sus correrías, ya que empezaba a sufrir la enfermedad degenerativa de la memoria, y el hombre se ve que el dinero lo sabia gastar con bellas mujeres, sin importarle el qué dirán, ni nadie atreverse a decirle nada, de sus caprichos mujeriegos, el solo tratando de vestir a la última moda, con trajes de muy buena calidad y corbatas y camisas haciendo juego. Todo parecía sacado de una película de romances. Pero la realidad superaba con creces cualquier ficción, que sobre las calles de Madrid podían pasar, las idas y venidas, con su coche por los lugares donde sus vecinos le veían pasearse, con mujeres más jóvenes que él, y en plan de sentirse un hombre envidiado y criticado, pero a este Don Juan, le resbalaban las criticas, incluso si se encontraba con algún conocido o viejo amigo, y llevaba del brazo a una de sus amantes, se hacia el despistado para que no le molestaran, demostrando su destreza y su fantasía amorosa, que no era más, que la de tener dinero, e ir comprando voluntades, incluso de mujeres casadas, que parecían ser su punto fuerte, y siempre con sus gafas de sol, incluso cuando era de noche, Todos sus vecinos sabían de sobra quien era, como había llegado a ser ese tipo elegante y fanfarrón de dinero, a cuenta de sus peripecias pasadas, en negocios poco claros, pero nadie le soltaba nada a su cara, el solamente pensando en buscar mujeres jóvenes, que le animaran a saber llevar la vida, sin miedo a los problemas de salud, que le podrían aquejar al llegar a ciertas edades, y que parecía ser el futuro de aquel hombre, que soñaba con bellas mujeres. G X Cantalapiedra.
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