A QUELLA MUJER QUE
CUMPLIÓ SU PROMESA
Desde la Castilla
Profunda,
se marchó de
vacaciones
con una fe muy
fecunda
de lograr las
bendiciones.
Una promesa elegida
llevaba dentro
del alma,
y su enfermedad
vencida
la fue causando
su calma.
Y subir hasta
Santa Cruz
para lograr
penitencia,
queriendo lograr
esa luz
que puede dar la
clemencia.
Desde las siete
la tarde
a las dos de la
mañana,
hizo su esfuerzo
de alarde
teniendo la fe
muy sana.
Subiendo las
escaleras
para llegar a la
ermita,
viendo la largas
esperas
en sus calles
estrechitas.
Con coraje
castellano
en la tierra
marinera,
fue su sentir
tan humano
que alegro su
dulce espera.
Desde el alto de
la ermita
Alicante se
divisa,
parece que el
mar te grita
y más sí existe
su brisa.
Costaleros de
refuerzo
para subir
escaleras,
hombres que lanzan
su esfuerzo
en las dulces
primaveras.
Penitentes de
promesas
que llevan la
frente erguida,
cuando Alicante
regresan
ven esa etapa
cumplida.
G X Cantalapiedra.
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