EN
EL AÑO 1982, CERCA
DEL ESTADIO, SANTIAGO
BERNABÉU.
Aquellos
años de dudas, con enfermedades desconocidas, fueron terribles para muchas
personas, que nunca pensaron terminar de esa manera, Aquellos dos jóvenes, de
treinta y tantos años, y solteros, en aquella fecha de la final de la copa de
futbol mundial, donde se enfrentaban, Alemania e Italia en la final, decidieron
salir a darse un garbeo, por los aledaños del Estadio, Santiago Bernabéu, y en
un pub de moda entonces, conocer a dos mujeres guapas y jóvenes, José que era
el mayor, simpatizo con la joven de más edad, y en aquel momento separada de su
marido, y Luis empezó un idilio que duraría muy poco tiempo, José llego a sentirse
enamorado, y sin tardar mucho tiempo, inicio una vida en pareja con la joven
separada de su antiguo marido, que parecía ser drogadicto. Todo parecía muy
normal, pero la joven enterada de la defunción de su exmarido, el drogadicto,
hablo con José para poderse casar de nuevo, cosa que parece que José no quería,
y así estuvieron un tiempo, hasta que la joven y guapa mujer, le dio una semana
para que se decidiera a ser su marido, José parece que en su interior sentía
miedo al matrimonio, y sin más discusiones agarro su equipaje, y sin pensarlo
demasiado, después de vivir en aquella vivienda año y medio, con la que quería ser
su esposa oficialmente, se marchó de casa, subiéndose en un Taxi, que le indico
al taxista la dirección de la casa de su hermana, en el antiguo pueblo de
Hortaleza. Decidiendo así terminar su relación amorosa, su hermana y el resto
de familia, lo vieron normal, José era un hombre libre, sin ataduras, su vida
de trabajador en el metal, le había hecho duro y a la vez desconfiado, ya que
su trabajo era arriesgado y de ganar dinero, que en aquellos años era lo que
más se perseguía. Tan solo pasaron como trece meses de su nueva situación,
cuando estando trabajando en soldaduras, empezó a notar fallos y vértigos, las
herramientas se le caían de las manos, y al terminar la jornada aquella, se
marchó a ver a su médico de cabecera, que al verle con los ojos vidriosos, decidió,
mandarle al Hospital Ramón y Cajal, donde le iniciaron cantidad de pruebas médicas,
y le detectaron lo que aquellos años era la muerte segura, El SIDA, Antes de confirmárselo,
le preguntaron si era drogadicto o homosexual, cosa que José afirmo que jamás había
probada de ninguna de las dos cosas. Pero en aquel momento se le vino a la
cabeza, lo de su antigua compañera, y le comento al médico. Tuve una relación
de año y medio con una joven, separada de un drogadicto fallecido, y con la que
no quise casarme. El médico le confirmo que fuera a ver que había sido de esa
mujer, cosa que José se marchó al barrio de Doña Carlota, en Vallecas, donde en
el bar donde el tomaba sus cañas, le confirmaron su muerte, hacia tan solo dos
meses. José se sintió en aquellos momentos hecho polvo, y no se equivocaba demasiado,
su fatal desenlace se produjo dos años más tarde de aquella fecha, su
trayectoria fue cada día sentirse peor de salud, hasta tener que estar en una
cama mecánica, donde su hermana le cuido durante ese tiempo, y él fue perdiendo
sus ganas de luchar, ante tan fastidiosa desgracia, y un domingo por la mañana,
sin avisar ni siquiera a sus amigos, fue enterrado José, sin apenas comunicar a
nadie su fallecimiento. Eran tiempos de miedo a esa enfermedad maldita, donde
hasta los vecinos se apartaban de los familiares, que pudieran tener contacto
con el enfermo, Los hospitales eran lugares donde los médicos, trataban de no
contagiarse, ya que en aquellos años hablar del SIDA, era decir que la muerte llegaría
en dos años como mucho, ya que los cuerpos se quedaban sin defensas. Y terminaban
siendo enfermos sin cura. Años trágicos, donde hasta la cama de José, termino
su hermana tirándola a un descampado, y no solo la cama, si no, toda su ropa,
cubiertos usados por él, y todo lo que paso por sus manos. Madrid como otros
lugares, tuvo cantidad de casos parecidos, que hoy solo son tristes recuerdos,
de humanos que fueron víctimas, sin ser drogadictos ni homosexuales. D, E, P.
G X
Cantalapiedra.
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