viernes, 11 de enero de 2019

DE PONTEDEUME AL CAMPO DE GOLF DE MIÑO

DE PONTEDEUME AL CAMPO DE GOLF DE MIÑO. En aquella madrugada del mes de agosto, del año 2016, aquel hombre solitario, se quedó sin su automóvil, ya que parece que la batería se le había descargado, y a continuación se dio cuenta que la correa del alternador estaba floja y medio rota, su coche le tenía en un aparcamiento pegando a la gasolinera del largo Puente. Intento arrancarle con unos cables que le dejaron, pero fue imposible, y después de estar luchando con la fastidiosa avería, decidió, andar a pie todo ese largo camino cuesta arriba, que le separaban de su domicilio, eras las dos y media de la madrugada, el silencio de la carretera llena de curvas con rampas fabulosas, le hicieron pensar en aquella terrible soledad, con los cinco kilómetros de distancia, de lo que fue hace años la antigua carretera de La Coruña a Ferrol, y hoy día con una autovía fabulosa aunque muy cara. Según que se alejaba de Pontedeume, los ecos de algunos animales le impresionaban, el verdor de las cunetas, y tan solo mirando en la lejanía aquel bonito pueblo donde dejo su coche averiado, todo su camino nocturno fue una odisea, viendo sombras y fantasmas que le sobrevolaban, el miedo a las meigas y otros seres irreconocibles, le hicieron sentir cosas en las que nunca había pensado, El hombre todas las noches al encontrarse solo, bajaba a Pontedeume, para cenar y cambiar impresiones, con algún otro ser humano, aunque aquella noche se le prolongo su cena, y termino tomando alguna copa de coñac, para matar el gusanillo como el hombre decía a sus conocidos gallegos. Al surgirle la avería, su mente y su cuerpo no le respondieron, y como dinero llevaba lo justo, inicio aquel camino que muchas noches le llevaban a su casa en su automóvil, quiso parar en un club de alterne, cerca de su domicilio, pero apenas llevaba dinero para pagarse una copa, y con su soledad y miedo, continuo por las curvas que le llevaban a las viviendas del Campo de Golf, antes de llegar como a unos 500, metros, sintió el ruido producido por un caballo, en un huerto de al lado de la estrecha carretera, que conduce a Vilarmaior, el caballo parece que le quería saludar, pero el hombre estaba extrañando todo, ya que jamás había andado, por aquella carretera por la noche a pie, cuando llego a la urbanización, sus ojos parecían querer llorar, y en aquel penoso silencio, se adentró en su vivienda, ya eran sobre las cuatro de la madrugada, y para colmo la luz de la escalera, ya que las viviendas no tienen ascensor al ser solo de un piso, estaba a oscuras, y tocando las pareces subió hasta su piso, y en la entrada de su vivienda, se fijó en un fabuloso espejo, dándose cuenta, que el pelo le tenía casi todo blanco, y su cara era un poema de arrugas, salidas en la noche aquella. La Galicia Profunda, como alguien le había contado, le dejó su penosa huella, por su mente pasaron Las Fragas de Ume, las playas de Perbes, y Miño, y sin olvidarse del largo Puente de Pontedeume, y sus calles estrechas y bien comercializadas, al día siguiente volvió de nuevo andando, hasta Pontedeume, para poder arreglar su automóvil, y salir de allí corriendo, para borrar aquel camino que tantas noches anduvo en coche, y dirigirse de nuevo a su casa de Valladolid, donde su familia se dieron cuenta rápidamente, que algo raro y gordo, le debió de pasar, para no terminar aquel mes de Agosto en aquel paraíso de La Profunda Galicia… G X Cantalapiedra…

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