lunes, 7 de enero de 2019

AQUEL HOMBRE QUE REGRESABA A SU TIERRA.

AQUEL HOMBRE QUE REGRESABA A SU TIERRA Desde la tierra francesa, volvió de nuevo a su pueblo, tenía dentro del alma, el hallar algún consuelo, era por el mes de agosto. Del año sesenta y cuatro. Cuando Castilla es un fuego, y en medio de la mañana lograba pisar su suelo, primos que le recibían, y le dieron amor bueno, en Carcasona vivía desde que fue de pequeño, Brigadista fue de joven, un maqui fue de los buenos, lucho contra aquel fascismo poniendo todo su empeño, Una moto grande y fuerte, para llegar a su pueblo, y contar calamidades, de las que nunca murieron, la luz brillaba en sus ojos, sin tener ningún complejo. Eran momentos gozosos que tuvo en aquellos tiempos, Recorriendo ciertas calles, hablando con los obreros, supo de viejos modales, y de caciques troleros. Han pasado muchos días, que el hombre fue aventurero, y recordó la alegría de ser patriota sin miedo. En Francia marcando fechas como alumno fue sincero, tuvo recuerdos de flechas y de alemanes guerreros. Todo tiene su memoria, la guerra fue tiempo muerto, en la más penosa historia, borraron algún acierto, La Seca llevó presente, sin entender el desprecio, de vivir en Francia ausente sin poner jamás el precio. Guerrillero sin tapujos, hombre duro y penitente, en su corazón de acero llevaba a España en su mente. No le marcaron caminos, nunca se notó indigente, anduvo pisando signos teniendo la muerte enfrente. Aquellos años de guerra, eran pasos muy valientes, hay personas bajo tierra que las tenemos presentes. El hombre pasó sus días reflexionando y contento, al ver que sus alegrías era fruto de su tiempo. Se marchó para su Francia, hasta su fallecimiento, su mente nunca fue lacia, aunque tuvo sufrimiento. Hoy que han pasado los años, le recuerdo con aliento, aquel hombre pasó daños de los que contó contento. Con el vino lasecano le vi brindar por sus muertos, con un sentimiento humano de los que marcan alientos. La Seca en el corazón sin olvidar sus recuerdos, donde tuvo su razón y habló de momentos cuerdos. Las lágrimas de sus ojos eran renglones abiertos, en su mente sin enojos habló de vivos y muertos. La calle del Carrascobar, pasó su niñez contento, al marchar dejó detrás un amor que llevó dentro. Exiliado con razones de no sentirse otro muerto, más tuvo siempre ilusiones que regresar a su puerto. Aún recuerdo su mirada, como de un niño travieso, y alguna fecha anotada para no sentirse preso. La sombras de algún camino dejan pasiones sembradas, no vale ser adivino ni buscar las madrugadas. Cuando la vida nos marca con sus cuchillos de acero, en la lucha nos embarca sin querer ser un guerrero. La mirada de aquel hombre de vez en cuando la siento, a veces pienso en el nombre que su pasado presiento. La Seca tuvo emigrantes, que sufrieron duros vientos, y en muchísimos instantes vivieron los sufrimientos. Los recuerdos siguen vivos, entre caminos inciertos, no vale usar adjetivos cuando hablamos de los muertos… Dedicado a Louis Jorge Cantalapiedra. G X Cantalapìedra.

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