AQUELLA NOCHE DE BRUJAS REUNIDAS A LAS ORILLAS DEL RÍO
DUERO
Aquella noche
del mes de mayo, a las orillas del río Duero, se convocaron todas las brujas de
aquel entorno tan usurero. Los aquelarres pronto surgieron, entre las manos de
un pordiosero, todas las brujas que hasta allí fueron, eran amigas de ciertos
fueros. En sus hogueras iban brillando los ojos negros de gatos fieros. Sus manos
negras no tienen miedo, de muchas leyes que son veneno. Y todas brujas gritan
su credo. Creo en la muerte, no en el infierno, creo en la vida sin ningún cielo,
todo en la vida tiene su credo, algo en el mundo busca el enredo. Todas las
brujas cantan a coro, No soy sumisa, ni
tengo credo, nadie revisa mí cancionero, soy
peregrina sin ningún velo, nada en el mundo me viene a pelo, soy la
vereda del alto vuelo, no quiero flores ni busco velo, soy esa bruja que da
consuelo. Viendo este mundo bajo y rastrero, donde se mueren los pordioseros… Los pinos tiemblan con luz de fuego, y en sus
laderas se ve el espliego, voces que llaman a un dios eterno, para quitarlas sus
desconsuelos. No son mujeres que lloran
muertas en la orillas del río Duero, en ciertas horas quedan abiertas las
grandes puertas de su gran cielo. Entre pucheros todos de barro con un ambiente
de ver el cielo, todas las brujas lanzan sus gritos, llenos de furia marcando
miedo, todas a coro siembran lamentos, mientras sus voces van padeciendo,
pañuelos negros en sus cabezas, trozos de mantas cubren su cuerpo, algunas
sienten desconfianza, viendo las aguas que lleva el Duero, Hay una bruja la que
más chilla, la que revuelto lleva su pelo, y que en la noche mete más miedo,
son sus palabras ecos de ausencias, que sin clemencias dan terror ciego. El aquelarre
siembra los gritos, con las promesas de sueños ciegos, todas las brujas siguen
llevando unas ramitas de bello espliego. Brilla la noche, muere el silencio, entre
sus gritos hay romancero, que noche negra, que rumor ciego, viendo el sonido que
lleva el Duero. Todos pucheros están hirviendo, tienen tomillo y algún romero,
lanzan las voces a algunos muertos, nadie responde solo los ecos, que entre los
pinos corren ligeros. Es una noche de vivos muertos, donde los juncos no están desiertos,
y algunos pinos guardan silencio, es una noche bella sin precio, es un camino
sin ver desprecio. Sendas marcadas en otros tiempos que nos dejaron algunos
muertos, muchas batallas muchos silencios, y en muchas nieblas ojos abiertos, que
dejan huellas de sus momentos. Hoy estas
brujas vuelven de nuevo, a pisar tierra del romancero, de brisas locas, con
fuegos necios, son aquelarres de un tiempo viejo, llenos de historias, con
fuertes vientos, que no dan glorias sin sufrimientos… En esta noche de negros
vuelos solo las brujas hallan consuelo, las tradiciones dejan pañuelos que mueve
el viento a ras del suelo. No tiembla el
Duero con sus leyendas, ni sus pinares lloran de miedo, sus grandes nieblas son
esas vendas que a veces solas forman su credo. Por los caminos y sus lugares
las tradiciones vuelven de nuevo, crecen los niños en los hogares sin el complejo
de un monte fiero. Deja las brujas que bailen solas, en sus caminos hay
romancero, deja que el viento forme las olas sobre las aguas del río Duero.
G X Cantalapiedra.
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