POR LA CASTILLA PROFUNDA
Si la tarde se llena de caminos
entre sombras de tierra castellana,
es posible que existan adivinos
donde el llanto no rompa la mañana.
Los senderos que buscan armonía
entre brisas de tierras lasecanas,
son las rutas que dejan sintonía
con las viñas que nunca son lejanas.
En las tardes que llaman de verano
sí miramos las viñas de Las Planas,
viviremos cierto clamor humano
de las frases que pueden no ser vanas.
Hay laderas que marcan ilusiones
esperando la tarde y su declive,
sensaciones llevando tradiciones
a el ambiente de luces que recibe.
Los raseros que marcan las distancias
de las viñas que siguen protegidas,
se conocen por tallos y arrogancias
cómo señas que viven escogidas.
Estas viñas que son parte del Duero
y reciben sus brisas heladoras,
tienen brillo color aventurero
con un verdor que lucen todas horas.
Las cañadas se llenan de viñedos
esperando sentirse más seguras,
esta tierra que no sabe de enredos
no quisiera llenarse de amarguras.
Entre nombres que suenan a majuelos
con historias de tiempos añorados,
comprobamos las cepas con sus vuelos
en terrenos que fueron alambrados.
Son las viñas que toman la ventaja
con el nombre del buen vino Verdejo,
es la joya que no tiene mortaja
pudiendo presumir de un gran reflejo.
G X Cantalapiedra.
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