BARRIOS POBRES DE MADRID
Aquel
joven recién llegado a Madrid, para poder conocerle, y algún día no muy lejano,
venirse a vivir y trabajar a tan bonita ciudad. Tan solo estuvo diez días, pisando
los barrios y las calles, de aquel Madrid, donde entonces existía mucha pobreza,
y se llego a meter por calles peligrosas, donde se movía aquel mundo de la prostitución, eran los años
de 1961, aquel joven con solo dieciséis años, quería saber de primera mano, cómo
era toda aquella ciudad, donde los suburbios dejaban tanto que desear, llegando
a pasar por todo el Arroyo Abroñigal, desde el Puente de Vallecas hasta la
plaza de Toros de Ventas, siempre acompañado de un joven familiar que estaba de
baja, por un accidente laboral, una mañana se marcharon a conocer las chabolas del Pozo del Tío Raimundo,
y a la vez darse un paseo largo por Entrevías, sin olvidarse del Cerro del Tío Pio,
en la parte de arriba de Vallecas, pegando a lo que es hoy la autovía de Valencia,
con el gran colegio Tajamar. Recorrieron el pueblo de Fuencarral, y algún que otro
barrio de chabolas cómo el Pan Bendito. Conoció lo que años más tarde sería la
M, 30, con sus fincas de cebada, y sus pequeños campos de futbol, el viejo
Barrio de Bilbao, muy cerca del Cementerio de La Almudena, donde los talleres
de mármoles funerarios, eran todo un arte casi en plena calle, ya que se veían a
sus artesanos cómo decoraban la piedra y demás productos. Todo aquel recorrido
por el Madrid menos conocido, le hicieron aquel joven tomar conciencia, de que en
las grandes ciudades, hay seres que viven en la indigencia más absoluta. También
llego a visitar, El Corte Inglés, y Galerías Preciados. Que le pareció fantástico
sus escaleras mecánicas, ya que era en su corta vida, el primer lugar donde pudo
ver ese adelanto de técnica, además de poder bajar al Suburbano, en la plaza de
España, donde su profundidad era enorme, aunque tuviera su escalera mecánica,
poder visitar la Casa de Campo y Carabanchel. Aquel joven visito el Rastro, y todos los
lugares de Madrid de moda, había reunido un dinero, para visitar Madrid, y
fueron pocos días, pero muy bien aprovechados. Cuando llego la hora de partir, hacia
su tierra natal, las ideas se retorcían en su cerebro, por un lado viendo la opulencia de algunos
seres humanos, y por otro lado recordando aquellas viviendas infrahumanas, sin agua,
ni luz, ni siquiera colchones donde poder dormir, todo aquel viaje estaba
cargado de preguntas, y las respuestas se quedaban pobres. Más el joven saco su
billete de tren, y se dirigió sin poderse aclarar, de todo lo que había visto
en tan poco tiempo, parece que se llevaba en su maleta, un plano guía de Madrid,
donde muchas horas más tarde, se dedicaría a poder comprobar los lugares que el
visito, y hacer sus cuentas, de lo que es una ciudad grande en expansión. Desde
la ventanilla del tren, se quedo perplejo, mirando aquella ciudad que le había
enganchado, y enamorado de su ambiente, que conoció de cerca, incluso pisando el
Cine Rex, lugar entonces de las películas de terror, en la Gran Vía, madrileña,
que ya entonces tenía sus atascos y barullos de circulación. Al llegar a su
localidad, todo parecía que era distinto, aunque aquel mismo día, el trabajo le
estaba esperando, y entre sus sueños y realidades, sabía que Madrid con el tiempo
seria su hogar definitivo, y no quería dejarse llevar por el pesimismo.
Aquellos tres años fueron duros, tuvo que sacarse el carnet de conducir, para
en un futuro, poder vivir en aquella ciudad, de un trabajo que no fuera cómo el
que el practicaba en su tierra, donde el frío y las lluvias dejaban sus
huellas. La historia esta es real, y los personajes viven los dos, que en
aquellos días, recorrieron Madrid por los cuatro costados,
G X Cantalapiedra.
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