viernes, 6 de septiembre de 2019
PREPARANDO EL VIAJE A LA PEÑA
PREPARANDO EL VIAJE A LA PEÑA
Eran tiempos juveniles
que soñamos con La Peña,
entre juegos infantiles
la romería fue dueña.
En carros mulas y burros
el camino se pisaba,
sin saber de tristes curros
a La Peña se llegaba,
El Duero siempre esperando
con su eterna melodía,
el agua vimos brillando
con su perfecta alegría.
En aquel Molino Viejo
sentimos su sinfonía,
el agua daba el reflejo
de una fecha de armonía.
El Arenal entre pinos
nos daba sus sensaciones,
hubo momentos divinos
sin entender de oraciones.
Carrozas tordesillanas
alegraban dicha fiesta,
entre gentes castellanas
nadie pensaba en la cuesta.
Un ambiente castellano
que daba cobijo el Duero,
donde cualquier buen cristiano
buscaba su romancero.
“Vamos a La Peña Madre,
que quiero mirar al Duero,
es seguro que mi padre
no le teme al aguacero”.
La Peña tiene un camino
que sabe de sufrimientos,
aquellos años su signo
quizá tuvo malos vientos.
G X Cantalapiedra.
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