lunes, 29 de octubre de 2018

AQUEL TAXISTA QUE FUE HACE MÁS DE 40, AÑOS A BURGOS

AQUEL TAXISTA DE MADRID QUE HACE MÁS DE 40. AÑOS FUE A BURGOS Eran los años de mil novecientos setenta y pico, sobre las ocho y media de la tarde noche, cuando el taxista de Madrid circulaba por la calle de Bravo Murillo, a la altura de Estrecho, y un matrimonio, con dos maletas, le indicaron que si les llevaba a la provincia de Burgos, al norte de la capital, cerca de Villarcayo. El taxista no lo pensó demasiado, si no que enseguida les monto en su automóvil las dos maletas, y dentro del coche un bolso, sin tardar ni un minuto, decidió el taxista, salir en marcha hasta tan lejano lugar. La carretera entonces no era autopista, solo algún tramo se podía usar, como autovía, el camino hasta la ciudad de Burgos fue normal, sin ningún incidente, una vez pasada la ciudad las carreteras eran peores, y su mantenimiento en algunos caso era fatal, en el camino los viajeros le hablaron del Páramo de Masa, lugar próximo a su localidad, y le comentaron de sus misterios y fuerzas extrañas, cosa que al taxista le encanto, ya que era seguidor de Jiménez del Oso, lo que nunca pensó, que aquella noche sentiría demasiado miedo, y su experiencia le marcaria para el resto de su vida, aun hoy con 79, años sigue recordando aquella noche mágica o extraña. Al dejar a los viajeros en su pueblo, paro a cenar algo, en un bar restaurante de aquella localidad burgalesa, y sobre la una de la madrugada, se dispuso a volver hacia Madrid, ya casi sin prisa, ya que había comunicado a su esposa por teléfono, dicho viaje, su vuelta empezó siendo un poco tortuosa, el taxi empezó a dar bandazos, y su rueda trasera izquierda, estaba pinchada, sin pensarlo demasiado, con la luz del taxi interior pudo solventar dicha anomalía, y continuando camino, se dio cuenta de que una enorme luz, se le venía encima de su taxi, el taxista freno de repente, y el motor se paró y sus luces se apagaron sin el haber dado ningún mando, pasados como dos minutos, continuo camino. Pero no tardo ni cinco minutos más, cuando un resplandor enorme, que dejo los campos y todo su entorno como si fuera de día, y su miedo seguía creciendo, el coche intento acelerarle todo lo que podía y permitía dicha carretera, y según el taxista como a unos veinte minutos o quizá algo más de tiempo, vio una gasolinera a su paso, sin pensarlo apenas se metió en ella, y pudo hablar con el empleado, que le comento, que sí que había visto el gran resplandor, y que otro automovilista le contó algo parecido a lo que a él le había sucedido. Las manos del taxista sudaban a tope, el miedo sobre el terreno que él desconocía, le ponían demasiado nervioso, y sus ojos parecían estar como cansados, pero no dudo en seguir su camino, para poder alejarse de dicho lugar. En la gasolinera miro su automóvil por todos lados, por si hubiera tenido algún daño, en aquel lugar donde le deslumbro una luz potentísima, y que no metía demasiado ruido, El resto del camino, fue un intentar contactar continuamente, con emisoras de radio, que pudieran dar algo sobre el asunto que él había pasado, ninguna emisora dijo nada aquella madrugada, y el taxista regreso con el miedo en el cuerpo, y su rueda de repuesto pinchada, más se fue a su casa sin ninguna gana de contar lo sucedido, pero su esposa al verle llegar, comprendió que algo extraño le había pasado, sus ojos estaban a punto de llorar, y su color de cara era una lámina de blancura, sin intentar asustar a su esposa, le contó parte de la historia, y su gran susto se lo oculto, aunque días después, en el taller de mecánica, contase todo aquel infierno de viaje, que le marcaria para el resto de su vida, incluso ahora de jubilado, donde su esposa quiso ir para conocer dicho lugar, y su marido el taxista se negara en ir allí, dice de vez en cuando que las cosas raras, mejor olvidarlas. Para no tener muchas más dudas de lo que es este mundo. .. G X Cantalapiedra.

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