martes, 11 de octubre de 2016

CUANDO LOS SUEÑOS SE PUEDEN VOLVER REALIDAD.

CUANDO LOS SUEÑOS SE PUEDEN VOLVER REALIDADES Eran los años de 1950, en aquel pueblo de Valladolid, se sentía el pesimismo de la falta de trabajo, en aquellos Campos de Castilla, donde el vivir cada día era demasiado complicado, la falta de ayuda, hacia muy dura la subsistencia, algunos obreros de aquella zona castellana, decidieron salir de su tierra cómo una buena alternativa, entre ellos un joven de unos diecisiete años, que al faltarle los padres, y no tener ningún hermano, decidió coger su maleta de madera, y sus pocas ropas de vestir, y empezar su aventura por todo el mundo, ya que inicio el camino de las Vascongadas, en los topes del tren , y otras veces en trenes de mercancías, para así no gastarse el poco dinero que llevaba encima. Al llegar a Bilbao, un conocido paisano suyo, le llevo hasta el muelle de descarga de barcos de mercancía, donde pronto pudo enrolarse, en aquel barco de bandera francesa, y comenzar a recorrer el mundo, sin ninguna clase de impedimento. Su viaje alrededor de la tierra, le hicieron conocedor, de las muchas formas de vivir, en diferentes partes de nuestro planeta. Aunque sin dejarse de olvidar de sus raíces, que llevaba por dentro y en su documentación encima. a la que de vez en cuando miraba, dentro del camarote, para poder recordar los pasos de su niñez. Pasando largos años sobre aquel barco, sin poder volver a ver aquel pueblo castellano, donde paso parte de su juventud y toda su niñez. Su economía era boyante, y su mirada hacia el horizonte, era el de regresar a su pueblo natal, ya que allí aunque solo le quedaban algunos primos, cuando el partió camino de la emigración, dejo amigos y vecinos, que no pudo olvidar nunca, y que en aquellos años difíciles que le llevarían a recorrer el mundo, y además a poder ganar dinero honradamente, aunque con el paso de los años, la voz de la tierra le reclamaba poder regresar hasta su pueblo natal, donde en una de sus vueltas por el mundo, al llegar a Vigo, decidió ir a visitar su tierra, donde todo le parecía cambiado, la mecanización de las faenas del campo, y las viviendas mucho más modernas y con más luz, aquel viaje de retorno, a su Castilla, le hicieron pensar en su retirada de trabajar sin descanso, en el barco, para poder ir ahorrando un dinero para su mayoría de edad. Todo lo veía con más claridad, sentía cómo los verdes trigales de aquella bonita primavera, formaban olas gigantes sobre los suelos de la meseta, quiso ver el mar sobre sus campos, y mirar al horizonte por sí viniese otro barco, tenía dentro de su cerebro su mundo de marinero, sin vacaciones, aunque ganando dinero, le hacía ver su futuro, con mucha más tranquilidad. Aquellos sueños que durante muchos años, le habían acompañado, ahora les podría cumplir sin muchos problemas, y sin tardar mucho tiempo, inicio, su cambio de vida, compro su vivienda en el pueblo, y a la vez se hizo propietario de alguna finca, con la que pudiera vivir de su producción. Los antiguos sueños les empezaba a ver hechos realidad, los antiguos vecinos y amistades, le reconocían cómo el marino sin barco, pero el llevaba a gala, el haber estado más de 30, años en alta mar, para poder ahorrar ese dinero, que le hicieran libre, y a la vez propietario de sus ilusiones, sin pensar en las penalidades, que había pasado, en sus largas singladuras. Su futuro no tuvo demasiadas complicaciones, ya que se caso y pudo llegar a tener familia, además de una situación económica muy buena, sin tener que pasar privaciones de nada, sus pensamientos en las duras horas de cruzar los Océanos, le habían vuelto más duro y a la vez mucho más humano y cariñoso, y en su Castilla decidió vivir hasta que la madre Naturaleza le dio fuerza, llegando a vivir más de los 80, años, y recordando en su pueblo, que su esfuerzo no fue nada vano. G X Cantalapiedra,

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