jueves, 16 de abril de 2015

AQUELLA NOCHE BUENA DEL AÑO 1978

AQUELLA NOCHEBUENA DEL AÑO 1978 Aquella noche buena del año mil novecientos setenta y ocho, le dejo marcada su fecha, aquel joven taxista de Madrid, que a las cinco de la tarde circulaba por la avenida de La Albufera, muy cerca de lo que hoy día es la M, 30. Y entonces Puente de Vallecas. Un señor de unos 75, años de edad más o menos, le hizo señal de que quería alquilar su taxi, el joven taxista una vez que el viajero estuvo dentro del taxi, le pregunto donde deseaba que le llevara, a lo que el señor contesto con voz desafiante, al Viaducto de la calle Bailen, la contestación no le dio mucha confianza aquel joven taxista, que le parecía un poco extraña la actitud del viajero, pronto intento el taxista entablar conversación, con vista a saber que idea tenia dicho señor aquella tarde, que Madrid estaba esperando celebrar la fiesta con todo esplendor. Cuando todavía no habían llegado a el Viaducto, el viajero le había explicado al joven taxista, sus intenciones de quitarse la vida, ya que no tenia familiares cercanos que pudieran invitarle a cenar aquella noche tan señalada. Eso si le comento que tenia un hijo en el extranjero, pero que hacia años que no sabia nada de el, ya que su esposa había fallecido y ni siquiera acudió al entierro de su madre. Pronto el joven taxista le invito a que parasen el taxi y tomaran unas copas de vino dulce o de lo que le apeteciera al viajero, cosa que le pareció bien al señor. No tomaron solo una copa, tomaran más de tres, en la Ronda de Atocha, y al tiempo que el alcohol hacia su función de alegrarle un poco la tarde noche, con palabras de entendimiento y caridad humana, le hicieron reflexionar al viajero, para que pudiera cambiar de destino y no acabar en aquel vuelo que seria el ultimo de su vida si lo llegase a efectuar. Unos niños pasaron por la puerta de la cafetería donde se encontraban, con grandes panderetas y castañuelas, tocando y cantando villancicos, que alegraban la calle y su entorno navideño. Después de estar bastante colocados de alcohol, taxista y viajero, decidieron que lo mejor será dejarlo para otro día lo del viaje sin retorno, El señor no muy convencido le dijo al joven taxista, hoy lo dejamos, pero ya te diré otro día que me vengas a buscar, para hacer el ultimo viaje, cosa que sin dudar el joven taxista le replico, cuente conmigo, yo le vendré a buscar y le llevare donde usted diga. Una vez olvidada su intención del ser uno más de aquel maldito destino, Taxista y viajero se marcharon felices hacia la avenida de La Albufera, que en los alrededores del campo de futbol del Rayo Vallecano, decidió el señor viajero quedarse allí, para según contó al taxista irse a dormir la posible borrachera, que le había echo decidir el cambiar de opinión. El taxista se dirigió a su vivienda, para evitar tener un posible accidente, ya que las copas de alcohol bebidas, le habían echo sentirse demasiado vulnerable, para poder conducir esa tarde noche, por las abarrotadas calles de Madrid, donde las ganas de fiesta . se notaban en el ambiente navideño. El aparato de radio del taxi, sonaba con las canciones de Navidad, y los deseos de felicidad se notaban por todas partes. Cuando el taxista llego a su domicilio, su familia le pregunto que tal el día, cosa que contesto con mucha alegría, hoy es un gran día para mi, he tenido la suerte de evitar un posible suicidio, de un padre que esta viudo y que había decidido, no pasar la noche buena en soledad. La familia del taxista enseguida comprendieron el drama, que muchos momentos vive el mundo del taxi, donde la tragedia y la alegría, todo es cuestión de cambiar de viajero. Esa noche la celebración fue fantástica, la cena reboso armonía y felicidad, se escucharon canciones de amor y villancicos de la tierra castellana, entre todos los familiares que estaban cenando juntos, y que el recuerdo de su ambiente infantil, se dejo notar sobre la mesa y sus comensales. G X Cantalapiedra. Madrid, 16 – 4 – 2015.

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