AQUELLOS AÑOS DE
1950,
Corrían en Castilla la Vieja, aires de
emigración y tristeza, en aquellos malos años, donde la agricultura, era tan
solo un medio de subsistencia, para muchas familias campesinas. El dinero que lograban
sacar de sus cosechas, apenas les daba para poder vivir con dignidad, y los
obreros sin otros ingresos, que los de su salario, se quedaban para tan solo
poder comer malamente. Llegaron noticias, de que en Las Vascongadas, se
precisaba mano de obra, y pronto la emigración crecía, sin apenas las gentes de
aquella época, se parasen a pensar en tan radical viaje, que fue el pan de cada
día, ya que las personas que allí se marcharon, fueron tirando de sus
familiares y amigos, para poder progresar, y ser un poco más libres. Aquellos
terribles años, hicieron que el amor a la tierra, en algunos casos
desapareciera, y con razones suficientes en otras, maldijeran sus raíces
castellanas, ya que en muchos casos, cuando entraban a trabajar, en lugares
importantes, y pedían referencias de sus comportamientos, los caciques de
entonces de sus localidades, casi siempre daban malos informes, de todos los
humanos que tuvieron que elegir ese camino. No es extraño, que algunos
emigrantes, no quisieran volver a pisar su tierra, y terminaron su vida, en
aquellas tierras del Norte de España, sin querer saber más de sus antepasados,
a los que en algunos casos, trasladaron a finalizar sus últimos días, lejos de
su lugar de nacimiento. Mi propio padre, tuvo la maleta preparada, en aquellas
fechas, año de 1953, para irse a vivir a Baracaldo, lugar donde tenía a su
hermano y sobrinos, además de el mejor amigo de su juventud, con el que le unía
una amistad, de toda la vida. Aún recuerdo a mí abuelo materno, con su capa
negra castellana, cuando llego a la casa de mis padres, para tratar de impedir,
que mis padres y todos mis hermanos, acabáramos viviendo, en aquel pueblo
grande de Vizcaya, Sus palabras fueron rotundas, sus pensamientos eran cómo leyes
que teníamos que respetar, Mis padres tenían medio apalabrado, la venta del
carro, burros y fincas, para con ese dinero, poder comprar una vivienda en
aquel lugar, donde los emigrantes de mí tierra, habían marcado su paso por
dichas tierras, digamos, que durante la republica, hubo una joven que llego a
ser la secretaria de la juventud socialista de Baracaldo, y que termino sus
días en Bélgica, donde marchó allí con niños expatriados de Vascongadas, ella
se llamaba, Esther Cantalapiedra. Digamos que Baracaldo, tuvo en algunos
momentos, más paisanos míos, que habitantes quedaron en mí villa, las
iniciativas de poder ser una persona más preparada y poder dar a los hijos,
muchos más estudios de los que ellos habían recibido, era otra de las metas con
las que soñaron muchos emigrantes. Quizá suene mal lo de emigrante, pero
entonces no se usaba la palabra inmigrante, eran tiempos donde Juanito
Valderrama, se le escuchaba en radio, cantar esa canción que algunas personas
les hizo llorar. Hoy que han pasado muchos años, hay personas mayores que
siguen llamándose emigrantes, y siguen recordando a sus hijos y nietos, muchas
de las razones, por las que tuvieron que marcharse, sin esperar ni un minuto
más, hace un mes, falleció un amigo mío en esa tierra Vasca, Maxi, me enteré
tarde, sí no hubiera ido, a darle mí despedida, ya que cómo muchas personas de
su entorno, eligieron el poder descansar en esa tierra, donde muchos
castellanos, reiniciaron su vida, para poder ser más personas, y sentir los
problemas de aquella época, donde se conocía la miseria, en muchos hogares de
la Castilla Profunda. Que tuvieron una digna oportunidad de mejorar, y a la vez
de hacer realidad el futuro de sus hijos, dándoles estudios, para sentir la
cultura que ellos no pudieron tener.
G X Cantalapiedra. 25 – 4 - 2017.
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