lunes, 3 de marzo de 2014
LA CASA EMBRUJADA.
LA CASA EMBRUJADA
La tarde parecía tranquila, aunque algunas nubes amenazaban una posible tormenta. La llegada al pueblo de una pareja de jóvenes, despertaba cierta curiosidad, Eran las nueve de la tarde de un mes de agosto de finales del siglo XX. Los dos jóvenes preguntaron a un vecino de la localidad , donde se encontraba la casa del señor Raimundo el Botero. El vecino muy atento les pregunto, “son ustedes familia”, a lo
que los jóvenes contestaron, somos los nietos del señor Raimundo, y estamos viniendo a ver la casa de nuestro abuelo, que hace varios años murió sin apenas darnos tiempo a venir a su despedida. El vecino les informo sin antes hacer una mueca rara. Pronto entraron en la casa, al abrir la puerta de la calle, la cerradura chirriaba como si nunca jamás se hubiera usado, al entrar en la vivienda , comprobaron las telas de araña que cubrían todo el pasillo y las habitaciones, con un olor pestilente, trataron de apartar las inmundicias que aquella casa había conservado en los últimos años, una vez aposentados, sintieron como la tormenta lanzaba rayos y truenos, que daban aquel momento un aspecto tenebroso, la luz eléctrica estaba cortada desde hace años, y una palmatoria vieja con su vela les serbia de iluminación. Pronto comenzó su desconfianza sobre todo lo que les rodeaba, Las viejas fotos brillaban cada vez que un rayo dejaba su impresionante destello. La campana de la cocina de leña era un tragadero de agua y granizo, el ruido provocado por alguna gotera en el tejado sobre la parte de arriba de la casa, les hizo a los jóvenes querer subir para ver que pasaba, el miedo empezó apoderarse de los dos jóvenes, comprobaron que el tejado tenia trozos sin tejas, y la lluvia caía sin ningún parapeto, de pronto vieron un viejo baúl cubierto de piel de cabra, y sin pensarlo dos veces le abrieron, allí dentro había periódicos antiguos y un libro de historias del terror, con otro montón de cosas como eran unas hoces un serrucho y algunos capazos, que sin dudarlo dos veces los dejaron en el sitio que ocupaban, para bajarse corriendo hacia la parte de abajo de la vivienda, pero al llegar a la planta baja, sintieron un ruido atronador, las puertas empezaron a voltearse, las ventanas pegaban golpes atroces, y la puerta de la despensa se había abierto, viéndose dentro un esqueleto humano sentado sobre una vieja banqueta. Los dos jóvenes se quedaron pasmados, no sabían que pasaba en aquella casa, comentaron, esto es muy raro, no podemos contar esta terrible noticia, mi abuelo nos llamaría malos nietos. Sin tardar mucho tiempo sienten las tablas del tejado que parecen romperse, tratan de salir hacia la calle, pero sienten una voz ronca detrás de ellos, que les dice “cobardes”, no pudieron traspasar la puerta de la casa, al cerrarse como si fuera una maldición, la palmatoria, se había apagado, los relámpagos iluminaban por entre las rendijas de la abandonada puerta, y los ecos de voces extrañas que parecían venir del más allá, les tenían atenazados, la lluvia y el granizo repiqueteaba en los charcos de la calle, los dos jóvenes no eran capaces de poder abrir aquella puerta de madera maciza, que les tenia aprisionados, Los ruidos seguían aumentando, mientras el agua de la tormenta les mojaba los pies en el portal, intentaron pedir auxilio, pero no eran capaces de gritar, y además los pocos vecinos que existían en el pueblo, estarían recogidos en sus viviendas. Por fin entran en lo que fue la cocina de la casa, y agarrando un viejo azadón salen hacia la puerta para abrirla rompiéndola, la madera aunque vieja resistía, los ecos de las voces se confundían con los ruidos de golpes producidos por la rotura de la puerta. Al fin pudieron salir por la rotura de la puerta, mientras un grujido enorme hundía la casa que sirvió de vivienda a su abuelo Raimundo y sus descendientes, que más tarde emigraron. Los dos jóvenes echaron la vista atrás, vieron un montón de escombros que con la lluvia ni polvo levantaban,
solo el miedo les acompaño en su retorno a la ciudad. G X Cantalapiedra.
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