LOS
SUEÑOS ROTOS DEL INMIGRANTE EN CATALUÑA
En
aquel triste día, aquel inmigrante pensaba, que será de mí jubilación soñada, ya
no podré volver a mí pueblo de Andalucía, ahora quien me podrá pagar mí pensión,
mí tiempo de cotización, no me servirá de nada, mis cálculos de quedarme una
vez jubilado allí, me parecen imposibles, yo siempre quise ser, Andaluz y Español,
pero ahora lo tengo muy crudo, sí estos nacionalistas independentistas, se
salen con la suya, empezare a ser extranjero, en los dos lugares que ocuparon mí
vida. solo me queda el ser un paria, sin patria ni documentos fiables, empiezo
a no ser nadie, quizá a ser un proscrito, una carga para mí familia andaluza.
Aquel hombre de sesenta y tres años, se daba cuenta de su estado de vida,
llevaba trabajando en Cataluña, en sus obras públicas treinta y seis años, y
sus pensamientos se volcaban en dudas, su regreso a su viejo pueblo blanco
andaluz, era todo un camino de amarguras, en un tiempo de locuras, Su sencillez
de ser humano, le arrastraban a sentirse un desheredado de la vida, En aquellos
días de incertidumbre, pensaba , quizá me hubiera interesado el jubilarme
antes, para poder cobrar esa pensión, con la que hubiera podido volver a mis
raíces, ahora estoy en la cuerda floja, seré un marginado de esta sociedad que
no se adonde camina. Cómo este hombre inmigrante, había muchas personas que se
encontraban en la misma situación. Las promesas sin dinero, a veces se quedan
sin cumplir, y cuando los caciques llegan a los poderes, se olvidan de las
clases trabajadoras, sean del partido que sean, eso eran los comentarios de
muchos inmigrantes en Cataluña, al sentirse extranjeros sin más derechos que volver
a su tierra con las manos vacías, ya que ni vivienda tenían muchos de ellos en
propiedad. De vez en cuando algún optimista comentaba, pasados cincuenta años,
esto se mejorara, y entonces cobraremos las pensiones sí la Madre Naturaleza
quiere. El cabreo y las ganas de llorar, se adueñaban de los que verdaderamente,
habían cotizado y pensado en el futuro, con vistas a ganarse esa época de la
vida, donde los achaques se van notando cada día más, pero sí la situación económica
es buena, se notan mucho menos, pero sin dinero no hay posibilidades de nada, que
se pueda llamar feliz jubilación. El futuro de estos hombres y mujeres, que se
dejaron parte de su vida y su rendimiento, cómo obreros, estaba en el aire, las
promesas que les daban eran muy buenas, pero sin dinero eran imposibles.
Alguien recordó los versos de León Felipe. “Que no nos duerman con cuentos, que
las penas del hombre las matan con cuentos”. Allí les habían contado muchos
cuentos, pero cómo dijo el poeta, “Pueblo de Cataluña despierta y que no te
duerman con cuentos”. Fueron tiempos muy difíciles, para muchos inmigrantes, que
nunca quisieron de dejar de ser de sus lugares de origen, aunque la tierra de
Cataluña, les diera trabajo, pero su jubilación ahora estaba en el aire. Los
sufrimientos se les veía venir, y sus proyectos de futuro, serían cada día
mucho más difíciles, y encima alguien les intentaría echar de esa tierra donde
dejaron sus sudores y parte de su vida, dándoles unos papeles, que quizá no les
servirían de nada, solo de acordarse de las falsas promesas, de unos hombres
caciquiles, que tan solo les prometían humo, y desilusiones para esa etapa de
su vida, donde lo que valen son hechos efectivos, para poder vivir dignamente,
su época de personas mayores, con la tranquilidad del deber cumplido, cómo españoles
y seres humanos. Esperemos que tan malos pronósticos, se queden aparcados, y que
el futuro, les dé a esa cantidad de inmigrantes, un futuro menos raro y
complicado. Y no terminen siendo unos nuevos emigrantes. G X Cantalapiedra. 2 – 10 - 2017.
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