AQUELLA NOCHE
DE SOMBRAS, AL
LADO DE LA
ALAMEDA
Aquella noche, en que las sombras se movían y
avanzaban, eran las tres de la madrugada, del día 13, de octubre de 1999. Los
álamos que se divisaban desde el camino, y que la carretera de Segovia a Soria,
les dejaba a su derecha, antes de llegar al pueblo de Peñalba de San Esteban,
en aquella noche se llenaban de una luz
prodigiosa, era un blanco pálido, y que parecía talar los álamos de tan hermosa
pradera. Algún vecino de dicho pueblo, al no poder dormir por tener molestias
de salud, desde su ventana comprobó la claridad penetrante, que le parecía que
le dañaba los ojos. Sin pensarlo demasiado, agarro su escopeta de caza, y muy
envalentonado, se dirigió hacia aquella hermosa arboleda, aunque le fue
imposible acercarse, al comprobar el daño de aquella luz terrorífica, sobre su
vista, haciéndole llorar sus ojos, al no poderlo evitar, sus ojos se cerraron,
y sin pensarlo mucho más, dio media vuelta y regreso de nuevo a su pueblo, que
al parecer algún vecino, sospecho que aquella luz, no era de nadie de allí, y
empezó a pensar sobre los extraterrestres, que ya se había comentado alguna vez
sobre ese desconocido tema. Pasaron cómo casi dos horas, y al fin la luz se
marchó, de aquellos terrenos un poco humedales, donde los álamos parecían ser
los más favorecidos, de aquellos terrenos un poco abandonados. Al amanecer del
día, el vecino de la escopeta de caza, con otro vecino, se acercaron hasta
dicho prado, donde pudieron ver de primera mano, que unas ramas se encontraban
renegridas o quemadas, sin encontrar su aclaración, sobre un misterio natural,
que aquella noche de otoño, nadie se atrevió a poder ver de cerca, El miedo se
notaba en aquel camino, sin encontrar otra nueva alternativa. Los labradores de
aquella comarca, no le dieron importancia, aunque los sobresaltos, en algunos
vecinos, no se dejaron esperar, y culpaban de aquellas ráfagas de luces
nocturnas, a las cosechadoras que por las noches parecían ánimas del
purgatorio, más esa noche no tocaba a ninguna cosechadora, el iniciar su
trabajo nocturno. Pasados cómo unos tres meses, todo el contorno de donde pudo
a ver tenido el anormal suceso, empezó a sentir unas manchas sobre ciertos
álamos, o chopos, en las cascaras de aquellos árboles en verano frondosos, pero
era invierno del duro de la Castilla Soriana, hacía pensar en algo raro, sobre
todo al desconocer muchos de sus habitantes de aquellos lugares, dichos fenómenos
anormales. La zona era bastante bonita, incluso con sus arboledas sin hojas,
daba el aspecto de ser una pradera encantada. Más al llegar la primavera, los
árboles, de todo aquel contorno, parecían no tener prisa en sus brotes, ya que hasta
mediados del mes de mayo, no iniciaron la llamada floración o brotes, Aquella
zona siempre ofreció , un aspecto de misterio, ya que no fue esa la única anormalidad,
sufrida en las horas nocturnas, además de ser un terreno bastante deshabitado,
con mucho frío incluso en verano, dándose la explicación de estar cómo en un
pequeño valle, pero con las temperaturas siempre por debajo de los lugares un
poco más alejados, que no tienen arboledas. Los misterios de algunas de sus
noches, hacen que al pasar por su carretera,
a veces ni se enteren, de que allí al lado están pueblos escondidos, cómo
Piqueras, Peñalba o Aldea de San
Esteban, pueblos agrícolas, que fueron algo más importantes que ahora, al sentir
la inmigración, hacia diferentes lugares, dejándoles, con muy pocos habitantes,
y su población siendo mayores, en su mayoría. Los misterios de esa zona, que es
la proximidad de Los Altos de Ayllón, tienen sus misterios sin resolver. G X Cantalapiedra.
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