martes, 14 de enero de 2020

UN DÍA ME CONTARON

UN DÍA ME CONTARON En una tarde del mes de julio, de 2016, en la playa Grande de Miño, me comentaron, que según parece, hace ya siglos, un gallego de estas tierras de la Profunda Galicia, que se dedicaba a la vente ambulante, de comidas y telas, que con su carromato y un caballo de los llamados de arrastrar carga, caminaba entre Pontedeume y Sada, para poder hacer su negocio, en estas tierras de marineros y marisqueras. Y que según parece, a veces con su carromato y caballería, recorría grandes extensiones de Galicia, para comprar y vender distintos productos de esa tierra y sus rías. En aquel camino entonces tortuoso, a falta de puentes, el recorrido era demasiado largo, para la distancia que existe al verlo desde Miño. Ya que Sada no se encuentra a más de tres kilómetros, cruzando aquella ría de Betanzos, El viaje hasta Sada, era precioso, y el tiempo se marchaba volando, al hacerse de noche, y no tener demasiado dinero encima, ya que llevaba el carromato, cargado de mercancía. Decidió parar al lado del camino, entonces no existían carreteras, y enseguida se montó su cocina, con leña seca de los árboles de alrededor, se preparó su cena, cuando se disponía a dar una cabezada, después de haber cenado, sintió un ruido bastante grande, y sobre su cabeza, una especie de boina azulada, muy grande, como pudiera ser la plaza de cualquier pueblo gallego, que se quedaba a muy poca altura del suelo, donde él tenía a su caballo y carromato. El miedo se apodero de aquel hombre de Galicia, al ver aquel artefacto para el desconocido, y sin pensarlo demasiado, salió corriendo en la noche ya cerrada, aunque sin nubes ni lluvia, intentando meterse en un bosque que tenía muy cercano, desde allí vio como el artefacto, tomaba tierra, tardando algún tiempo en efectuarlo, ya que parece que fue un aterrizaje suave, comprobó que desde su interior salieron unos seres extraños, mitad humanoides y mitad seres de piernas largas y una especie de trozo de cristal redondo sobre sus hombros, que pudiera taparles la cabeza. Donde dentro no podía divisar que tenían, y si eran hombres de otras regiones españolas, Después de estar como una hora en aquel misterio metido, viendo sus movimientos, que parecían raros al andar sobre el suelo que tenía mucho verde, y en la noche brillaba la luna de Galicia. Por fin se subieron aquella nave artefacto, que aquel hombre le dejo descontrolado, sin darse cuenta que su caballo, se encontraba tirado en el suelo, como si estuviera muerto, y su carromato, tuvo la suerte de no sufrir ningún daño, ni fue visitado por aquellos seres intrusos, que apenas anduvieron unos pasos, en la parte que el divisaba desde su situación del bosque, cuando la nave despego sin apenas meter ruido, el hombre aquel decidió en plena noche, continuar su camino hasta Sada, donde después de tres horas y media de noche caminando a paso de peatón, su caballo, se le notaba un poco de cansancio, y desorientación, pudo entrar en dicha localidad siendo todavía noche, más se dirigió hasta un pequeño embarcadero, donde unos marinos se disponían a salir en una barca de remos, con velas, para pescar. El hombre aquel, intento contar su peripecia, pero los pescadores, le tomaron por loco, no le creyeron nada de su historia vivida aquella noche. Tan solo le dijeron venda su mercancía, y déjenos de ver monstruos marinos, no queremos llevar miedo a la mar. El hombre aquel no volvió a comentar nada de aquella noche, por miedo a que le tomaran por loco, Pero pasado el tiempo a su familia, le contó aquel misterio, del que nunca ya se olvidaría hasta su muerte. G X Cantalapiedra.

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