jueves, 23 de enero de 2020

DE VACACIONES POR LA PROFUNDA GALICIA

DE VACACIONES POR LA PROFUNDA GALICIA Era el año de 1973, aquel matrimonio llegado de Madrid, a la Galicia Profunda y misteriosa, donde querían pasar todo el mes de agosto sus vacaciones, empezaron recorriendo lugares, donde les habían comunicado, que las meigas se movían entre los grandes montes gallegos, y los misterios y demás complicaciones, eran casi el pan diario, sus paseos al lado de las rías y del mar Cantábrico, eran un signo de no tener miedo a ningún problema que les surgiera, circularon por la noche durante varias veces, incluso en medio de un camino forestal, que en una noche de agosto, vieron como la correa de su ventilador del SEAT, 600, como se rasgó hecha añicos, pero con la ayuda de su linterna, y la herramienta precisa, y el repuesto de otra nueva correa, pudieron continuar su trayecto, sin ningún problema más. Fueron días muy movidos, y visitaron San Andrés de Teixido, con las nieblas de madrugada, y sus paisajes endiablados, que les dejaron para siempre prendados de dicho lugar, donde sus acantilados al mar, representaban un peligro el poder caminar en sus pasillos. Tuvieron la oportunidad de visitar, La Playa de Las Catedrales, donde la subida del mar, era como de sorpresa, aunque ellos ya en Madrid, un gallego amigo les había comunicado, de dicho peligro. Visitaron el Faro de La Estaca de Bares, el punto de España más al norte, aunque allí, apenas notaron nada extraño, solo un rasero como de dos kilómetro, después de pasar una arboleda bastante alta y bella. Dicho Faro, era prohibido visitarle, te podías quedar del Faro como a unos 100, metros. más así y todo, el matrimonio venido de Madrid, se hizo sus fotos. Tuvieron la suerte de subir hasta Las Fragas de Ume, muy cerca de Puentedeume, un lugar privilegiado, cercano y a la vez muy misterioso, con un monasterio quizá no dominado por las fuerzas del Califato de Córdoba, Ya que su camino entonces inaccesible, para dicha ocupación árabe, les debió de resultar imposible llegar hasta él, ya que su posición en la montaña, escondido entre árboles y piedras, hoy día sería imposible de divisar, y muy peligroso para el que intentara dominarlo. Quedaron prendados del paisaje y sus dos ríos, alrededor, que no se les divisa desde el monasterio, Hoy día con el sendero hecho de piedra, hay que tener ganas de andar subiendo dicha pendiente. Y sobre todo si esta lloviznando, por su peligro de patinar. llegar al Monasterio de San Juan de Caaveiro, es una etapa dura, y me imagino que hace doce siglos, era imposible el llegar a dicho punto de montaña. El matrimonio aquel de Madrid. volvió de nuevo a su ciudad, pero su recuerdo de aquel mes de agosto, se quedó en sus retinas y en las mentes para siempre, No divisaron meigas, ni conocieron brujas ni brujos, tan solo paisajes maravillosos, aunque en su coche en la parte del cristal trasero, colocaran una bruja con su escoba volando. El recuerdo de aquella Galicia, donde entonces las vacas, eran cogidas de un ramal, casi siempre por niños o mujeres, para que pudieran comerse el verde de los linderones de sus fincas. Aquellos días maravillosos, no les dejaron dudas, vieron una Galicia entonces campesina, pero con ideas de progreso y bienestar. Y comprobaron el trabajo de sus marineros pescadores, en los muelles de amarrar sus barcos, en dichas descargas del pescado logrado en su trabajo. Galicia les influiría para todo el resto de su vida, y respirarían contentos de sus travesuras por dichos lugares. G X Cantalapiedra…

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