miércoles, 10 de febrero de 2016
EL PASTOR QUE ABANDONO SUS OVEJAS
EL PASTOR QUE ABANDONO SUS OVEJAS PARA SALVAR SU VIDA
Aquel verano de 1936, al parecer la siega del trigo, vino tardía, y en la fecha de inicio de la guerra civil, el dieciocho de julio, parecía ser el día de su comienzo, de empezar a segar en la Castilla mesetaria, pero el hombre de nuestra historia, pastor de profesión, se decidió cambiar su vida de pastor, por la de un hombre errante, camino de su posible libertad, y acaso de su vivir, al evitar ser uno más de los hombres de aquella villa, que se hicieron fuertes en la “Casa del Pueblo”, de dicha localidad vallisoletana. El pastor encomendó sus ovejas, a su esposa, que acostumbrada a las faenas de su ganadería, no la importo, la marcha de su marido, ya que sabía por la radio, que en Madrid en golpe de estado había fracasado, pero a la vez escucharon que en la ciudad de Valladolid, el ejército y los falangistas dominaban, la situación haciendo prisioneros, a todos sindicalistas y gentes de ideas progresistas. Lo que el pastor entendía, era que posiblemente llegarían a su villa, y tomarían represalias, contra los hombres que se habían hecho fuertes en aquel local, y que en las horas próximas fueron pasados por las armas unos 60, o más personas, por el hecho de estar reunidos, allí dentro, sin hacer caso a la guardia civil, que intento detenerles sin poderlos reducir, aquellos hombres que horas más tarde eran cadáveres. El pastor sin pensárselo dos veces, empezó aquella misma noche a caminar, por senderos y cañadas, que él había recorrido con sus ovejas, solamente cuando amanecía, se quedaba metido entre los trigales, descansando, y tratando de no ser visto por nadie, y así cada noche andando unos 30, kilómetros diarios, llego en una semana, a la localidad segoviana de Villacastin, donde él pensaba, que estaba en zona del gobierno republicano, sus zapatillas estaban desgarradas de andar campo a trabes, y lo primero que hizo, fue comprarse unas zapatillas de esparto duras, y a la vez algo de alimentación, para proseguir su camino, que quiso saber cómo andaban por dicho pueblo. La señora de la tienda le estaba contando que allí no pasaba nada de momento, pero su susto fue grande, al salir de dicha tienda, y ver una camioneta con falangistas, gritando a toda la gente, en ese momento, su cuerpo temblaba, y en vez de seguir el camino, hacia Madrid, que era una ruta por él no conocida, decidió volver a su tierra natal, y que dios le diera suerte, el camino de regreso a su villa, fue incluso más largo, pero pasada más de una semana, a las dos de la madrugada, entro en su vivienda por unas tapias que daban al cobertizo, donde estaban sus ovejas, su esposa se asusto, y le relato todo lo que en aquellos más de quince días, había ocurrido, y que el pastor entendía su miedo de por ese motivo tener que darse a la fuga, la esposa le propuso que durmiera en el pajar, ya que a su casa ya habían acudido a buscarle, para darle lo más normal en aquellos días , que era el fusilamiento nocturno. Pasados unos días, la esposa fue hablar con un hermano de ella, que en aquellos momentos era falangista, y que les recomendó, estar escondidos hasta que el pudiera hacer algo para salvarle, así paso más de dos meses, y fue el propio cuñado quien le acompaño a la ciudad de Valladolid, para que se alistara en la legión, y así poderse salvar, de una muerte casi segura, pero fue en las cocheras, donde termino, cómo preso político, y con trabajos esforzados, paso algún tiempo, hasta que su cuñado le pudo sacar de aquel lugar, donde mucha gente a diario, era por las mañanas sacada a fusilar, en los campos de San Isidro, y que el pastor conoció de cerca, sin poder hacer nada, hasta que un día del mes de abril del año 1937, salía con libertad condicionada, para no poder salir de su villa, y jamás dejar a sus ovejas, cómo castigo, aquel hombre que lo único que hizo en su vida malo según el régimen de entonces , fue el a ver sido autónomo afiliado al sindicato obrero. El pastor volvió por aquellos campos castellanos, a sentir el aire de la libertad, y poder contar a sus amigos, su aventura por las llanuras inmensas de aquellas tierras, que conducen a Villacastin, donde según el pastor, comía muchas veces al día, trigo que desgranaba, de las espigas de candeal, que parece que era la comida más apetitosa, y solía coger agua, de los regatos y riachuelos que se cruzaba en su caminar nocturno, o con lo poco que había cogido en su casa al salir, y en Villacastin al decidir regresar, hizo su viaje camino de su casa y familia. G X Cantalapiedra.
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