viernes, 5 de febrero de 2016
EL AUTOCAR FUE TESTIGO
EL AUTOCAR FUE TESTIGO DE AQUELLA NOCHE TENEBROSA
Corría el año de mil novecientos noventa y cinco, en aquel mes de febrero, frío y un poco húmedo, cuando el autocar circulaba por la Autovía de Andalucía, sobre las diez de la noche, camino de Sevilla, en aquel momento aún no había pasado Despeñaperros, y circulaba por terreno de Castilla la Mancha. El conductor del autocar era un joven poco experto en su oficio, aunque sereno y tranquilo, llevaba aquel vehículo de cincuenta y cinco plazas, que no le daba ningún problema su manejo, aunque pasando el puerto de Despeñaperros, empezó a notar cómo unas ráfagas de luz rojas y verdes, se intercalaban con otras ráfagas de luz, de distintos colores, que hacía que le deslumbraran. En aquel paisaje de la noche de invierno, había muy poca circulación, y el conductor no pensó en nada raro, solo creía que eran rayos desprendidos de algún helicóptero, o de algún gracioso que intentaba llamar la atención, pero al terminar la bajada de dicho puerto, comprobó cómo un aparato de grandes dimensiones, le pasaba por encima del vehículo a una enorme velocidad. Sin saber que decir y que opinar, ya que los viajeros de la excursión, la mayoría estaba reclinada y medio durmiendo, solo un par de viajeros comentaron. “Joven habrás visto el aeroplano que paso por encima casi raspándonos”. A lo que el conductor contesto, “es algo raro, no me parecía un avión ni un helicóptero, era mucho más grande y más rápido”. El autocar continuo su camino, sin detenerse, eso sí, el joven conductor, le daba vueltas a su cabeza, para entender cómo aquel vehículo desapareció rápidamente de su vista, dejando a su paso todos los manómetros y velocímetros anulados, y por un momento el autocar retemblo con intención de pararse el motor, cosa que parece que no ocurrió, al estar todavía bajando el final del puerto. El joven conductor, no dejaba de mirar el cuadro de mandos del vehículo, ya que desde ese momento, las agujas hacían extraños, subiendo y bajando, sin existir ninguna explicación, toda aquella noche parecía llena de misterio, hasta los viajeros parecían estar todos dormidos, y ninguno le prestaba atención al contorno del autocar. El joven conductor pensó en su silencio, que demonios habrá sido ese aparato tan grande y rápido. Sobre las doce de la noche, antes de llegar a Sevilla, el autocar paro en una gasolinera, para repostar, y el empleado de dicha gasolinera le comento, “ Hubo un señor hace media hora echando gasolina, que me comentó, que en el camino a vivido una experiencia nunca vista, ya que me contó, cómo un aparato volador muy rápido, paso encima de algún vehículo, y entre ellos un autocar cómo este suyo. El joven conductor se quedo helado, no sabía cómo responder aquel misterio, de la entrada en la región andaluza, y oyendo aquel comentario, que decía. “Parece que a este señor se le ha quemado un poco el techo del coche que conducía”, el joven sin pensarlo dos veces se subió al techo del autocar, y comprobó, cómo era cierto aquel desperfecto en la pintura del autocar, trato de calmarse él solo, ya que los viajeros estaban la mayoría ajenos al suceso ocurrido, y sin hacer más comentarios, inicio el viaje de nuevo a la capital de Sevilla, eso sí, sin dejar de pensar cómo explicaría lo ocurrido a su jefe en Madrid. Cómo podría decirle lo que había visto en la oscuridad de la noche, todo eran preguntas sin encontrar la buena respuesta, pensaba si le digo la verdad , me llamara loco o endemoniado, tendré que callarme sin decirle nada de lo del techo, y cuando quiera darse cuenta el , que investigue el motivo de cómo paso. Todo aquel misterio no dejaba de darle vueltas a la cabeza, sin saber cómo reaccionaria su jefe, y además el mismo nunca podría contar la verdadera realidad, porque le llamarían lunático o extraterrestre. Sería mucho mejor callarse, y no hacer ningún comentario, y menos a los amigos, sería el cachondeo padre, el joven en Sevilla mientras esperaba a sus viajeros, con pintura de espray trato de disimular, todo aquel levantamiento y quemado, que sufría en la carretera, y con todo su esfuerzo, llego a disimularse de tal forma, que no parecía a ver estado quemado, y mucho menos por un artefacto, nunca visto en estos terrenos, de Andalucía, donde él conoció una noche tenebrosa. G X Cantalapiedra, 6 – 2 – 2016.
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