jueves, 1 de octubre de 2015

AQUEL HOMBRE PASIVO PACIENTE Y DOLORIDO

AQUEL HOMBRE PASIVO PACIENTE Y DOLORIDO Corrían los años 1985, y aquel hombre lleno de heridas, se dirigía sin dudar un momento, a la asociación de hombres maltratados, de la ciudad de Madrid, entonces se encontraba dicha asociación, en la calle de Luis Buitrago en el barrio de Hortaleza. En su mente se amontonaban las razones de su divorcio, donde las heridas recibidas de la paliza de su esposa y suegra, le habían, dejado prácticamente anulado. Aquel hombre tranquilo razonaba, y contaba a otro compañero de trabajo, sus muchas conclusiones, le comentaba, cuando fui su novio, todo eran caricias y muy buenos modales, no se pasaba ni un solo festivo, que no me invitaran a tomar café, en la casa de su madre, que luego al casarme con aquella que era mi novia, paso a ser mi hogar, su compañero de trabajo, que aquel día le acompañaba, para recibir información, de los abogados, le entendía de sobra, sabia que algunos días llegaba al trabajo. con cardenales en los brazos, y sus mejillas moradas de sufrimiento, y fue el compañero quien le llevo a esa asociación, para terminar con su calvario. El hombre pasivo dejaba notar sus pocas ganas de pelear con su esposa , aunque después de recibir las palizas, recibía las ofensas que le dejaban hundido, palabras como. Eres un blando maricón, eres una mujerzuela sin garras, eres una inmundicia chabacana. Todo eso y mucho más le contaba a su compañero de trabajo, que le repetía.” No se como has aguantado tanto tiempo, esas dos mujeres no son dignas de ti, debieras haberte marchado antes de esa casa maliciosa”, cuando llegaron a la asociación, todo fueron buenas palabras, le indicaron sus derechos civiles, y le aconsejaron denunciar los malos tratos recibidos, que ya les había denunciado en comisaria, aunque su esposa no lo quería entender, ya que de vez en cuando iba a su trabajo, para amenazarle de muerte si no volvía con ella, y retiraba la denuncia. Cosa que los asesores de dijeron que eso nunca, si quería seguir vivo, ya que si recibía otra fenomenal paliza de las dos mujeres, podría terminar en el cementerio. Aquel lugar le daba tranquilidad y seguridad, le aconsejaron no dar su actual domicilio a nadie, para evitar que le pudieran encontrar, y tratar de convencer de su actual actitud. donde la separación era la única solución, cosa que el llevo a cabo, sin poner obstáculos. Se pasaron algunos meses, y el juicio se celebro, el juez al ver los informes dio su veredicto. La dijo a la esposa, usted no puede volver a ofender de palabra o de obra, al que hasta hoy fue su esposo, que de esta forma pasará a estar soltero, y de volverle agredir, tomaría la justicia las medidas pertinentes. Y la dijo a la esposa desde hoy es usted una mujer libre, de poder volver a casarse o quedarse soltera, pero de su es marido es mejor que se olvide, y lo mismo para su madre que la acompañaba en darle palizas a su es esposo, y de las que ustedes parecen sentirse orgullosas. El juicio termino muy claro, pero a la salida de la sala del juzgado, de nuevo la es esposa, le busco a su es marido, y amenazándole le dijo. “El día que te encuentre por ahí, ese día te mato, eres un calzonazos”. El hombre agacho la cabeza, y continuo su camino hacia la vivienda de su hermana, eso sí convencido de a ver terminado con tan terrible pesadilla, al llegar a su nueva vivienda, su hermana y sobrinos le abrazaron, y para consolarle de aquel mal trago, le dijeron, como se la ocurra venir por esta casa, la matamos a ella, que se ha pensado esa bruja, que tenia derecho a maltratarte, y humillarte de esa horrible forma. Aquella asociación de hombres maltratados, en aquellos momentos, parecía el nuevo reflejo de esta moderna sociedad, donde los malos tratos parecen brillar en cualquier vivienda, aunque casi siempre al revés del caso que aquí se comenta, suele ser la mujer normalmente la que sufre esos malos tratos, pero no hay regla sin excepción, ni persona que pueda estar libre de esos malos tragos que yo diría que no son familiares, si no todo lo contrario, son los que rompen las familias, aunque siempre alguien es el que empieza, para demostrar su fuerza bruta, sin medir sus malas consecuencias. G X Cantalapiedra.

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