EXISTEN
MISTERIOS SIN
EXPLICAR
En aquella noche
del mes de enero, del año 1989, el teléfono se escuchó en el dormitorio de
aquel matrimonio, en su domicilio del Barrio de Aluche, en Madrid, el marido un
hombre rodado por las carreteras españolas y europeas, ya que había sido
camionero, durante más de diez años, y entonces conductor de su propio autobús,
sintió el eco de la voz de su padre en el auricular del teléfono, llamándole para
que fuera a recogerles en Alicante, diciéndole estas palabras. “Hijo ven a
buscarnos, estoy muy mal de salud, y tu madre aun peor, espero que llegues esta
madrugada, para llevarnos a nuestro pueblo de Toledo, para ser enterrados allí los
dos”. El hijo al sentir aquella voz, se quedó de piedra, no sabía cómo
reaccionar, de pronto su esposa le dijo, coge el coche y sin pensarlo más, nos
vamos a buscarles, Aquella noche larga, se hizo muy pesada, pararon a tomar café
en la carretera, y de madrugada llegaron a la casa que sus padres tenían alquilada
en Alicante, en el Barrio de Benalua, al llegar a la puerta, hicieron sonar el
timbre, pronto la puerta se abría, y subieron hasta el primer piso, dónde sus
padres estaban empezando a levantarse, al verles llegar les dijeron. “ Que hacéis
aquí, estáis de vacaciones·, y en el cruce de palabras se dieron cuenta que
nadie les había llamado, Más el hijo miro al padre fijamente y le vio sus ojos
resplandecer, eran ojos vidriosos cargados de tristeza, entonces sin pensarlo
demasiado, les recogieron su equipaje, y les invitaron a subir a su coche, para
volver a su pueblo toledano, de vuelta por la carretera para Albacete, no dejo
el hijo de mirar a su padre por el retrovisor, y al llegar a Villena, de pronto
notó que su padre que iba en el asiento trasero, se dejó caer como si estuviera
muerto, parando el coche al ver que no reaccionaba, y sus ojos cerrados no era
capaz de abrirlos, el hijo con el automóvil, se adentró en Villena, y rápidamente
alguien le indico donde había un curandero, que le efectuó unos movimientos
raros, y el padre volvió de nuevo a la vida, para así proseguir su camino hasta
la provincia de Toledo, donde al llegar a su pueblo, el padre dejo de vivir, y
la madre, se quedó en silencio, sin poder ni llorar de la impresión recibida,
dos días más tarde la madre también fallecía, el hijo intento enterarse de
quien pudo ser el que les aviso, ya que sus padres no lo llamaron, pero fue
oportuna la llamada, ya que así pudo estar con ellos los últimos momentos de su
vida. Por un amigo suyo intento mirar en telefónica, de donde procedía dicha
llamada nocturna, que sobre la una y media de aquella noche de enero, les puso
en pie y de camino hacia Alicante, nunca llegaría a enterarse del misterio que
le puso en marcha, aquella noche fría, y a veces con bancos de niebla en la
carretera, el hijo en su mente de vez en cuando, escuchaba aquellas frases, que
medio dormido le despertaron, al hablarle una voz que era igual que la de su
padre, pero que él nunca se imaginó que no existiera, al volver hacia Madrid,
la mañana del mes de enero, y al pasar por delante de los juzgados de Benalua,
el padre le dijo, aquí murió Miguel Hernández, el poeta, y aquellas palabras se
le quedaron grabadas, eran como un preludio de aquel final, que alguien por el
auricular del teléfono, le transmitió, y que serían para siempre, compañeras de
su memoria, incluso trabajando con su autobús, nunca ya llegaría a olvidarlas.
G X Cantalapiedra.
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