AYER PASE POR PEÑALBA
Ayer pase por
Peñalba,
la verdad que
tuve miedo,
es una historia
que clama
sin llegar a ser
enredo.
La verdad no la
consigo
ni con los
temidos sueños,
el pasar no es
un castigo
por saber mucho
de empeños.
Una noche de
verano
sin brillos y
sin luceros,
notando un frío serrano
sobre los campos
austeros.
Era sobre el mes
de agosto
y me noté muy
sereno,
no tuve frío en
el rostro,
ni debí tomar
veneno.
Cruce los Altos
de Ayllón
y aterrice junto
al Duero,
con una rara
impresión
de no ser
aventurero.
Cuando cruzo por
Peñalba
se me va
erizando el pelo,
hasta el coche
se levanta
con un triste
desconsuelo.
Los misterios
siguen vivos,
con algunos hombres
muertos,
temiendo los
adjetivos
que anulan los sentimientos.
Entre los altos
más altos
quedan algunos
recuerdos,
formando a veces
los llantos
que tienen los
hombres cuerdos.
Los misterios de
Peñalba
solo los
descubre el tiempo,
existe siempre
la traba
que puede trazar
el viento.
G X Cantalapiedra.
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