AQUELLA
TARDE, LLORABA SU
MALA SUERTE.
Hay momentos en la vida que se vuelven
farragosos,
de nada valen mentiras ni caprichos
vanidosos.
Las lágrimas le brotaban sin poder
callar su llanto,
y en su mirar yo notaba algún que otro
sobresalto.
Las palabras eran llanto envuelto en
melancolía,
su vida la fui notando al ver cómo así sufría.
Aquella mujer su esposa a la que tanto
quería,
la enfermedad la mató arruinando su
alegría.
Y aquella tarde lloraba cómo triste
letanía,
en su mente la llevaba todas las horas
del día.
Le vi mirando su foto, llorando aquella
agonía,
hay sufrimiento devoto que no busca la
armonía.
Sus palabras eran llanto y su llanto lo
sentía,
mientras se escuchaba un canto que muy
bonito decía.
No me llores amor tanto y dame la despedida,
que no quiero hacerte santo ni causarte
mala herida.
De nada sirven los llantos cuando la
vida se acaba,
la muerte da desencantos que a veces se
vuelven traba.
Una foto en su cartera casi vieja de
besarla,
ella fue su primavera y no pensaba
olvidarla.
Al cielo la preguntaba entre signos de
tristeza,
“Dios mío te la llevabas y era toda mí
grandeza”.
Se me termino el camino de mis grandes
esperanzas,
hoy tengo perdido el signo y no
encuentro la templanza.
Aquel hombre vi perdido y le entendí sus
razones,
si el corazón vive herido se borran las
ilusiones.
Aquella tarde de llanto mí corazón se
afligía,
es difícil querer tanto cuando la noche
se enfría.
Sentimientos y pasiones le van marcando
la vida,
sus penosas sensaciones hoy son su causa
perdida.
Aquella mujer amada le acompaña en su
deriva,
su vida tiene marcada aunque jamás él la
escriba.
Sin buscar nuevos amores camina solo en
la vida,
no le importan los dolores más llora su
despedida.
De nada valen los llantos cuando no
curan heridas,
ni tampoco buscar santos que alegren la
fe perdida.
G X Cantalapiedra.
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