miércoles, 4 de marzo de 2015
SIEMPRE EXISTE UN DOBLE
SIEMPRE EXISTE UN DOBLE
Aquel representante de licores llegado aquel pueblo manchego, se dio enseguida cuenta que era demasiado observado, no tardaron mucho en acercarse a el, y preguntarle si era el marido de Irene, a lo que él contesto que no era el que ellos pensaban, entonces surgieron dentro de aquel café, unas voces discordantes, que le afearon que lo que él había echo con su paisana, era un delito, quiso rectificar sin levantar la voz, diciendo que se equivocaban, pero de nada sirvió, seguían en sus afirmaciones concretas. No tardaron mucho tiempo, en venir otros paisanos, que seguían afirmando lo mismo. El buen viajero que solo trataba de vender licores, se vio rodeado de personas que le pedían cuentas, de algo de lo que él no sabia ni se imaginaba. Pronto acudieron los municipales avisados por algún vecino, que le preguntaron por los hechos acaecidos en aquel matrimonio, del que el hombre no podía saber nada. Fue conducido hasta el ayuntamiento, y allí encerrado en su calabozo, sin otra causa que ser el doble de algún marido maltratador y celoso, que dejo sus huellas terribles, dejando a su esposa medio muerta en un charco de sangre. Este hecho parece que había ocurrido dos años antes de aquella fecha. El secretario del ayuntamiento, quiso emprender las diligencias rápido, y llamo a la Guardia Civil, para que el detenido fuera conducido a la presencia del juez. El hombre intentaba explicar que no tenia nada que ver con aquel pueblo y su gente, ya que era la primera vez que allí pisaba. Pronto se vio ante el juez de la comarca, quien le comento sus derechos, y las acusaciones que se vertían contra su persona, de nada sirvió que le comentara al juez, enseñándole sus carnet de identidad y conducir, que no era la persona que ellos se pensaban. El juez no le creía y llamo a los familiares de aquella esposa maltratada, para que le reconocieran, cosa que se cumplió, aunque nadie afirmo ni negó que fuera, todo era pura confusión. El juez tomo la determinación de buscar a la que decían era la esposa del detenido, que había tomado la decisión de abandonar el pueblo después de restablecerse de los malos tratos. Tardaron en encontrarla varias horas, mientras tanto el detenido en un calabozo, se sentía tristemente desolado, ya que el era soltero y jamás había maltratado a ninguna mujer. Irene la mujer que pensaban que era su esposa, llego al pueblo a las 30, horas de estar detenido, aquel hombre inocente. Una vez ella ante el juez, le llevaron al detenido para comprobar su verdadera identidad. Irene se quedo blanco su rostro, al ver aquel hombre delante de ella, y él comento jamás he visto a esta mujer en mi vida, Irene noto su timbre de voz un poco más fino y suave que el de su marido, pero no estaba del todo segura, por eso indico al juez, que le mandara quitar la camisa aquel hombre, que era la verdadera fotocopia de su marido, si es que no era el. Ella pensaba. Al quitarse la camisa, se notaba una cicatriz en el pecho, y unas pecas que le diferenciaban de aquel otro hombre maltratador. Irene le comento al juez, este hombre podría pasar por ser el que fue mi marido, pero esas pecas y la cicatriz, nunca las tuvo mi marido. El hombre por fin parecía que empezaba a sentirse un poco más seguro, de ser una persona distinta de la que le acusaban, y que parecía ser el doble en su físico. No tardo mucho el juez en ponerle en libertad, eso si, avisándole que otro hombre con su mismo físico, estaba acusado de ser un maltratador. Aquel hombre después de aquella mala experiencia, prometió no volver a pisar en tan fatídico lugar de La Mancha, donde conoció Cárcel y desprecio de muchos de aquellos vecinos, que vieron en él, un demonio de hombre suelto, que aunque le fuera devuelta su libertad, atrás se quedaba su noche y día dentro del calabozo, esperando que no se volvieran a equivocar al ver su rostro las personas que le habían denunciado por maltratador.
G X Cantalapiedra.
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