lunes, 31 de agosto de 2015

SUS DESEOS SE CUMPLIERON

SUS DESEOS SE CUMPLIERON EN LA CIMA DE LA SIERRA GROSSA Fueron años de trabajar sin descanso, para poder cumplir con los propósitos, de todo buen emigrante. Lo primero fue comprarse un piso cerca del edificio de la Pirámide de Alicante, en el año 1970, cuando aquel hombre se decidió, a dar un paso tan importante, su juventud castellana, se le marchaba de las manos, y pensó que su tierra del futuro, seria Levante, y en concreto la ciudad de Alicante. Noches de duro trabajo, y días festivos sin descansar, todo era ganar dinero, para poder pagar las letras de esa hipoteca, que le tenían atado, pero que a la vez le daban fuerzas para seguir adelante, con esa dignidad que cada mañana le acompañaba a su trabajo diario. En aquel tiempo, la Sierra Grossa, era un lugar poco accesible, y de difícil subida, aunque un vecino, le animase a subir cierto día de descanso, fue una mañana dura, la subida no estaba nada fácil, las piedras de la sierra, le parecían impedimentos para caminar sobre la cima de dicha colina, luego una vez sobre su loma, comprobó como los barcos se acercaban , hasta el puerto de la ciudad, y los automóviles, circulaban por debajo de su vista, en la carretera que conducía a San Juan playas. Todo le parecía un sueño, aquella brisa mañanera, con el rumor del Mediterráneo al fondo, le hacían sentirse un aventurero, pensó en sus campos de Castilla, llanos inmensos con viñas y pinares, y sintió la diferencia de aquel paisaje, seco, y con muy poco arbolado, aunque desde allí arriba, la vista le indicase lo grande que es el mar Mediterráneo. Después de andar sobre la cima de la sierra Grossa, algo más de una hora, iniciaron la bajada, eso si, con las ideas cambiadas, ya que empezó a notar como aquella pequeña montaña, le daba carácter al contorno, al contemplar el castillo de Santa Bárbara, como la continuación de aquel sendero a la ciudad, que el mismo había elegido, para seguir su vida familiar, Cada vez que desde su vivienda miraba aquella cima, el corazón se emocionaba, y sin tardar muchos años, les comento a sus hijos, “El día que yo me muera, quiero que me echéis las cenizas mías, en la cima de la Sierra Grossa”. Aquella expresión, parecía como si fuera sacada de un libro americano, pero se quedo grabada, en la memoria de sus hijos, algunos nacidos en Alicante, que en silencio recordaban lo que el padre, les había indicado. Se pasaron algunos años, de trabajo y bienestar, el hombre camino en ciertas fechas sobre la bella colina, y en su interior, le rondaba la historia que el mismo había solicitado. Un buen día, sobre una cuartilla de un cuaderno, al caer la noche se decidió a escribir. “Quiero que lo que un día os dije, se cumpla, y para que conste, lo dejare escrito, en este pobre folio”. Lo demás quedo claro, el tiempo fue pasando, hasta que una mañana ya jubilado, sintió como su corazón se aceleraba, no mantenía el mismo ritmo cardiaco, le faltaban fuerzas para caminar erguido, y tuvo que tomar asiento, sobre el suelo, sin poder expresar palabra. Pronto un vecino, llamo a las urgencias sanitarias, que acudieron deprisa, para tratar de salvarle de aquella penosa crisis, todo resulto inútil, cuando llego al hospital General, solo pudieron certificar su fallecimiento. Sus manos se quedaron frías y rígidas, y sus pupilas se cerraron, entre gestos de dolor, aquel ataque sufrido por su corazón, le había dado el ultimo adiós a la vida, solo quedaba su memoria en la familia, que sin dudar ni un momento, trataron de cumplir con los deseos de aquel hombre de Castilla, que había formado una gran familia, en las tierras alicantinas, y todos ellos en bloque, le acompañaron en la ultima despedida, donde sus cenizas, se esparcieron, por la cima de la sierra Grossa, como fue deseo de aquel emigrante, enamorado de esa cima y su paisaje. Cada año que pasa, su familia sigue subiendo a la cima, el día de la fecha de su aniversario de muerte. Nadie les pide su visita, pero todos los familiares, acuden en bloque, para sentirse más cerca, de aquel hombre honrado y trabajador, que supo un buen día hacerse querer entre los suyos, por su humanidad y dignidad, que siempre fueron sus señas de identidad. Para que todos sus descendientes, aprendieran a saber amar , a la tierra donde su antepasado fue recibido con una buena acogida, y así desde las alturas, contemplar a esa ciudad de Alicante, que hoy es mucho más grande y bonita que fuera en aquellos años. G X Cantalapiedra.

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