sábado, 29 de agosto de 2015
EL DOMADOR DE CABALLOS Y ACÉMILAS
EL DOMADOR DE CABALLOS ACÉMILAS Y MACHOS BURREÑOS
Corrían tiempos atroces en la “Castilla Profunda”, eran los últimos días del mes de julio de 1936, en aquellos días terribles, el hombre andaba a la caza del hombre, una simple denuncia por envidia o malos quereres, eran causa para ejecutar al hombre más honrado, los asesinos de diferentes pueblos, se cambiaban de sus lugares, para disparar sin miedo alguno, a los que consideraban sus enemigos, que en la realidad eran ciudadanos democráticos, que habían votado a la República, o pertenecían a el sindicato obrero de la U. G, T. del campo, pero nuestro hombre de esta historia, no era distinta a los muertos en aquellos días, el siempre se había dedicado al oficio de domador de animales de la labranza, o caballos para pasear los campos. y en algunas ocasiones tirar de tartanas, donde se viajaba a los lugares cercanos. Aquellos días fueron demasiado peligrosos, para las personas que opinaban libremente, y gracias a un guardia civil, amigo del domador salvo su vida, ya que le había aconsejado, abandonar su tierra, para evitar denuncias de algún ser envidioso, la noche anterior, sintió como se llevaron al vecino que nunca había intervenido en nada de política, y entonces decidió, dar salida a sus miedos, antes de amanecer, se planto unas zapatillas de esparto, y un pantalón de pana negra, con una camisa de rayas azules y fondo blanco, y empezó su camino hacia donde el amigo guardia civil le había indicado, antes de marchar se despidió de su esposa e hija y un niño recién nacido, con las lagrimas en los ojos, pero diciéndola a su esposa, que les llevaba en el alma, y en la mente, pero que tenia que marcharse, antes de ser un numero más en la cuneta de cualquier pinar o carretera. Antes de salir el sol aquella templada mañana, de finales de Julio, se dirigió hacia la zona de pinares, lugares por el conocidos, para caminar sin ser visto por nadie, llegando a las cañadas reales, donde se hacia el transporte de animales en aquellos años donde apenas había locomoción, y por el muy pisados y de fácil acceso, la distancia hubiera sido más corta por carretera, pero los puentes sobre el río Duero y lugares críticos, estaban vigilados por hombres dispuestos a matar, a cualquier persona sospechosa de no ser amigo de aquel estado de sitió, con treinta pesetas en sus bolsillos, tampoco podía pagar a nadie que le hubiera protegido, así que camino durante más de doce horas, por aquellas sendas viejas. entre pinares encinas y viñedos, y algún prado, donde trataba de pasar agachado, para no levantar sospecha, los campos estaban desiertos, aunque el conocía las fuentes naturales de agua, para repostar su botella que llevaba encima de unas pequeñas alforjas, en uno de sus descansos, desgrano trigo Candeal, para masticar algo de comida, para poder continuar su camino, hasta llegar a la ciudad de Valladolid, donde su amigo le indico, te diriges al banderín de reenganche de la Legión española, y allí estarás protegido, esas palabras le ayudaron a caminar, no temía los golpes recibidos en algunas de sus caídas de caballos y acémilas, su deseo de seguir vivo, recordando a sus hijos le hacían mucho más fuerte, su entrada en Valladolid capital, la efectuó por unas huertas y una calle sin apenas personas, poco más tarde se encontró con un señor de aspecto campesino, y le pregunto por dicha dirección, el señor sin dudar le informo, de la manera más natural, coge usted el, Paseo de Zorrilla, y allí vera el banderín de reenganche, cosa que el domador llevo a cabo. Una vez en dicha oficina, le pidieron sus datos, y sus actitudes, que le fueron reconocidas en muy poco tiempo, ya que en aquellos momentos la legión y el resto de ejercito, precisaban animales de carga, para el transporte de municiones y piezas de artillería. El domador pudo así salvar su vida, ya que de haber seguido en su domicilio, de la “Castilla Profunda”, al día siguiente hubiera sido una victima más de aquel estado de cosas, que aun no se han querido aclarar, y que sus protagonistas, dejaron tan mal recuerdo, sin ellos mismos perdonarse de tales atrocidades entre amigos vecinos y familiares, que después de muertos, hay quien les sigue recordando, como esta historia del domador , que aunque tenga alguna anomalía, fue la realidad sin tapujos de dicha historia, que hay personas que no quieren olvidarla. por esas tierras del Duero.
G X Cantalapiedra.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario