lunes, 11 de mayo de 2015
ME DESPIDIÓ AQIUELLA MAÑANA FRÍA CASI LLORANDO
ME DESPIDIÓ AQUELLA MAÑANA FRÍA CASI LLORANDO
Se bajo de mi coche, en su silencio comprendí que algo malo le pasaba y que por su cabeza, había comprendido que eran sus horas finales, me soltó unas palabras que me dejaron sorprendido, apretándome las manos me dijo, “Seguro que no nos volveremos a ver nunca más”, al despedirse Epifanio, que era como se llamaba mi amigo, un nudo sentí en mi garganta, ya que le veía a diario y no me había comentado su fatal enfermedad, que le llevaría al final de su vida, y además siendo una persona agradable que paso conmigo muchos ratos en charla coloquial y que su presencia , no parecía estar nada enfermo, Aquella mañana en la puerta del Hospital de Ramón y Cajal, noté en su mirada algo, que pensé ojala se equivoque, Pero parece que su sentencia de salud, la tenia completamente asimilada, no pasaron muchos días, cuando me avisaron de su fallecimiento, tan solo tres días habían pasado, de aquella mañana, en donde yo sentí la voz de una persona, que se disponía a dejar de existir, con tan solo su sufrimiento interno, sentí la voz del destino, antes de avisarme de dicho fallecimiento, algo malo me hizo predecir esa mala noticia, pero ya no quedaba oportunidad de volverle a ver, la muerte le vino a visitar, estando ingresado en dicho Hospital. Sonó el teléfono en mi vivienda, con la fatalidad de su muerte, y mis manos temblaron cuando cogí el teléfono. Era la cuarta vez que me pasaba esa tembladera, las tres veces, fueron de fallecimientos de familiares cercanos, y esa tarde noche, lo presentí, aunque algún familiar de Epifanio, me había dicho que era solo un revisión, que parece que se complico con su fallecimiento. Todo me hizo predecir dicho acontecimiento. Al descolgar el teléfono, sentí llorar, y una voz dolida y sentida, me comunico la noticia de su muerte. Después mi mente empezó a pensar, como mi amigo, se había dado cuenta de el estado de su salud, y como en aquel abrazo de despedida, que yo no pensaba, que seria el definitivo. Me había dejado pensativo y sin saber como reaccionar. Madrid siempre conduciendo te tiene demasiado entretenido, y no paras a pensar, las palabras que algunas veces te dejan familiares y amigos. Pasados algunos días volví de nuevo a dicho Hospital, y sobre sus escaleras de piedra, escuche repetir las mismas palabras, que aquella mañana me soltó mi amigo Epifanio. Era el de un señor no muy mayor, que al despedirse de alguien conocido, hizo la misma referencia, solo que escuché ten suerte amigo, y que la salud no se tuerza, que yo no volveré más a pasear contigo, aquí se acabara el sufrido recorrido. Yo aquel día iba a revisión de la vista, pero aquella actitud, se me quedo en el cerebro, era como una sentencia que no se podía apelar, como un final del camino, donde la vida se da por terminada, Aquellas piedras de la escalera del Hospital, parecían testigos mudos, piedras grises y mal labradas, pero duras como su propio testimonio, donde a diario se ve que se escuchaban parecidas historias, donde el ser humano, parece que se entrega a los destinos del otro mundo, todo parecía repetirse, era la misma tonalidad de voz, el mismo comedimiento, sin prisa ni atosigamiento, con la luz del cerebro encendida, y divisando un futuro, donde nunca sabes la estación donde tienes que llegar. Las historias se repiten, los hombres piensan y la mayoría de las veces, sus problemas de salud, les entienden tanto, que ven muchas de las causas de su fallecimiento, sin que los doctores se den cuenta de sus fallos, piensan que todo el recorrido de camillas y quirófanos, no les servirán de nada, cuando la mente esta pensando, que este camino no tiene porque ser más largo de lo que algunos humanos piensan. Los días pueden ser un alargamiento a sus problemas de salud, pero el final ellos lo tienen asumido, y no hacen ni siquiera resistencia, a todo más se dedican a darle vueltas a ese camino sin retorno, y a su familia que la dejan muchas veces en estado lastimoso. Así me despidió . Epifanio, aquella mañana fría en la escalera de piedra, del Ramón y Cajal, G X Cantalapiedra.
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