domingo, 28 de septiembre de 2014

SONABAN CAMPANAS DE MUERTE

SONABAN CAMPANAS DE MUERTE En un valle de Castilla, donde se teme su otoño, no por las hojas caídas, ni por las uvas prensadas. Las nieblas de la mañana daban respeto al paisaje, era como fría escarcha con un frío que era hielo. Al escuchar la campana, que daba señal de muerto, en el valle preguntaban, a quien le llamo el infierno. El silencio se ceñía cuando se hablaba de muertos, y las frases parecían conocer los movimientos. Era el otoño temido, era el tiempo de los muertos, la gente que lo pensaba sufría negros momentos, el silencio se notaba con la crueldad del viento, y alguna bruja volaba camino del cementerio. (( Brujas Hierbas de pinchos dañinos,)). Todo el valle comentaba, la vida de aquel sujeto, y al tiempo se lamentaba de ver como corre el tiempo. Palabras que son razones de los castellanos viejos, que ya saben que el otoño es un momento muy incierto. Velas dentro de la iglesia, ecos de llantos y besos, frases que quedan prendidas de señales y de inciensos. Van camino de la calle que conduce al cementerio. Se cierran ciertos portales para no sentir el duelo, más todo se vuelve en contra, las campanas son recuerdos, y las almas solitarias tiemblan en su cementerio. Responsos para los vivos, un adiós para los muertos, las tumbas están tranquilas, solo se perfilan sueños, estas fechas del otoño arrastran el descontento. Y las personas mayores que le temen al invierno, ven estas fechas de otoño, más negras que el carbón negro. El silencio vive unido en este lugar inmenso, solo la gente camina buscando a sus sentimientos, que quieren saber su un día será su lugar eterno. En estas fechas de otoño, cuando el frío daña el cuerpo, se notan las sensaciones de escuchar muchos lamentos, nada vale ser valiente, tampoco ser un inquieto, y menos de decir que nunca tu cuerpo puede estar muerto. Somos cenizas al aire, del otoño o cualquier tiempo, no vale marcar las fechas, solo las del nacimiento, todo llegará sin prisa, es posible que corriendo, no notaras esa brisa que te alegra el sentimiento. Por muchos versos al aire, por muchos cantares viejos, la muerte ocupa lugares que se quita los complejos. El valle seguirá sumiso, escuchando a muchos viejos, que nos dirán que sus calles en el otoño hay reflejos. Las campanas van sonando, escucha, tocan a muerto. “Quien será”, es la pregunta que se la llevan los vientos. El valle va respirando estos gestos de tormento, cada cual vive notando como se fueron sus muertos. El otoño va marcando, ya nos deja sus lamentos, al tiempo que voy notando los sufridos descontentos. La campana suena fuerte, dios mío quien es el muerto, la voz parece prendida del más terrible lamento. El valle ya lo esperaba, es tiempo de ver los muertos, hay muchas fechas marcadas con sus momentos inciertos. Mañana será la misa, el funeral y el entierro, detrás la gente sumisa será dura como el hierro. Otra vez vuelva a la calle, entre el penoso silencio, existiendo algún detalle que nadie le ara desprecio. Las despedidas amargas, dicen que las guarda el tiempo, los corazones se embargan antes de pisar el templo. Las manos se vuelven fuertes en tan penosos momentos, hay frases con alicientes que te quitan sufrimientos. La gente se va marchado después de dar su consuelo, y al tiempo vamos soñando que aquel muerto vaya al cielo. Todo parece tristeza, aunque existan muchos besos, la vida te da torpeza hasta soñando regresos. El adiós queda en el aire, con frases de terciopelo, aunque no exista desaire miramos al alto cielo. Aquel valle de Castilla, hace a el otoño agorero, y aunque se siembra semilla el frío parece acero. Por eso la pena brilla camino del cementerio. G X Cantalapiedra.

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