jueves, 31 de agosto de 2017

SE LE FUERON LOS AMIGOS SIN EL SABERLO.



SE  LE  FUERON  LOS  AMIGOS,  SIN  EL  SABERLO
En aquel mes de agosto, del año 2016, aquel hombre venido de tierras lejanas, que había nacido en aquella villa castellana, el año 1928, sintió escalofríos, al saber que muchos de sus antiguos amigos de la infancia, ya no existían, fue recordando nombres y apodos, pero su desesperación era grande, la mayoría de sus antiguos amigos, emigraron a otras regiones o países, dejando atrás aquella tierra castellana, que en aquel tiempo, era un lugar de paro, y sin mucho futuro. Sus padres iniciaron el viaje, vendiendo todos sus bienes y fincas que allí poseían, y que con aquel dinero, pudieron abrirse camino en un lugar lejano, de su villa de nacimiento,  al regresar a su tierra castellana, el hombre solo, ya que su esposa hacia tiempo que falleció, y sus hijos no le quisieron acompañar a ese viaje de recordar sus viejos tiempos. El hombre no quería saber su edad, tan solo notaba que tenía fuerzas para aguantar aquel viaje de retorno a su infancia,  y tan solo se dio cuenta exacta de su edad y fortaleza, al ir al Ayuntamiento a preguntar, por toda aquella relación de amigos, que muchos de ellos, ni siquiera él sabia sí aún vivían, ya que eran demasiados años de su partida, más enseguida le dieron la noticia, que allí descansaban eternamente, El tenía 88, años de edad, y más de setenta sin pisar su villa de nacimiento, todo eran recuerdos perdidos, hasta las calles y casas habían cambiado algunas de nombre, quiso saber donde estaban las tumbas, de todos sus seres queridos, y una de las mañanas madrugo, para visitar el Campo Santo, allí tenía aún a muchos familiares dentro, con sus nombres grabados, sobre los mármoles de las tumbas, visitó con el enterrador de su villa, a todos aquellos amigos que allí descansaban, las lagrimas no le dejaban a veces ni leer sus nombres, todo le parecía un sentimiento de ausencia obligada, y el dolor de no poder haberse despedido, de algunos de ellos, aquella mañana de verano, le parecía heladora, aunque la temperatura en el cementerio, era bastante elevada, se veía mucho más viejo, al ver cómo todos los amigos íntimos, habían dado el adiós a la vida, y él sin haberse enterado, le dieron ganas de gritar, y vocear a todo pulmón, el nombre de aquellos desaparecidos de su villa, amigos de su infancia, pero las explicaciones del enterrador, le hicieron sentirse mucho más comprensivo, y sin dejar de caer lagrimas en sus mejillas, entre aquellos altos cipreses, tomo la salida del Campo Santo, por la calle del Santo Cristo, camino de la Plaza de la Villa, era de medio kilometro, que él en solitario recorrió, queriendo recordar a los antiguos dueños de aquellas casas en su época de juventud. Al llegar a la Plaza, se adentró en el mesón cafetería, y allí dentro entablo conversación con jóvenes de su villa, que poco a poco, le fueron indicando cómo vivieron y murieron, aquellos familiares y amigos suyos. Su cerebro no se perdía nada, entendía de sobra las explicaciones, y detalles del progreso de aquella comarca castellana, de la Profunda Castilla. El hombre entendía que en sus años de juventud, fue necesaria la salida de aquel lugar. Y una canción que él nunca dejaba de escuchar, se le vino a la mente, el final de aquella canción la letra decía. “Despertar gente tierna, que esta tierra está enferma y no hay nada que hacer, coge tu mula tu hembra y tu arreo, sigue el camino del pueblo hebreo, y sí te toca llorar es mejor frente al mar”. Todos aquellos recuerdos, flotaban en su mente, la salida de su casa, para iniciar una nueva vida, lejos de allí, las fotos y los pequeños detalles, que toda la familia se llevo a su nueva casa, eran en aquellos momentos, sus más bellos recuerdos, las lagrimas que derramo, sobre su villa, le hicieron sentirse más humano. Luego pasados unos tres días, se despedía de aquella pensión, de su villa y de su gente, a la que llevaría en el corazón hasta el día de su muerte, El retorno era largo, pero no le importaba nada, las fuerzas del corazón y la mente, se habían unido, para terminar el viaje con la única razón, de visitar a sus amigos de la infancia, aunque estuvieran muertos, para él era un descanso de conciencia aquel regreso a sus orígenes. G X Cantalapiedra. 

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