SE LE
FUERON LOS AMIGOS,
SIN EL SABERLO
En aquel mes de agosto, del año 2016, aquel
hombre venido de tierras lejanas, que había nacido en aquella villa castellana,
el año 1928, sintió escalofríos, al saber que muchos de sus antiguos amigos de
la infancia, ya no existían, fue recordando nombres y apodos, pero su
desesperación era grande, la mayoría de sus antiguos amigos, emigraron a otras
regiones o países, dejando atrás aquella tierra castellana, que en aquel
tiempo, era un lugar de paro, y sin mucho futuro. Sus padres iniciaron el
viaje, vendiendo todos sus bienes y fincas que allí poseían, y que con aquel
dinero, pudieron abrirse camino en un lugar lejano, de su villa de
nacimiento, al regresar a su tierra
castellana, el hombre solo, ya que su esposa hacia tiempo que falleció, y sus
hijos no le quisieron acompañar a ese viaje de recordar sus viejos tiempos. El
hombre no quería saber su edad, tan solo notaba que tenía fuerzas para aguantar
aquel viaje de retorno a su infancia, y
tan solo se dio cuenta exacta de su edad y fortaleza, al ir al Ayuntamiento a
preguntar, por toda aquella relación de amigos, que muchos de ellos, ni
siquiera él sabia sí aún vivían, ya que eran demasiados años de su partida, más
enseguida le dieron la noticia, que allí descansaban eternamente, El tenía 88,
años de edad, y más de setenta sin pisar su villa de nacimiento, todo eran
recuerdos perdidos, hasta las calles y casas habían cambiado algunas de nombre,
quiso saber donde estaban las tumbas, de todos sus seres queridos, y una de las
mañanas madrugo, para visitar el Campo Santo, allí tenía aún a muchos
familiares dentro, con sus nombres grabados, sobre los mármoles de las tumbas, visitó
con el enterrador de su villa, a todos aquellos amigos que allí descansaban,
las lagrimas no le dejaban a veces ni leer sus nombres, todo le parecía un
sentimiento de ausencia obligada, y el dolor de no poder haberse despedido, de
algunos de ellos, aquella mañana de verano, le parecía heladora, aunque la
temperatura en el cementerio, era bastante elevada, se veía mucho más viejo, al
ver cómo todos los amigos íntimos, habían dado el adiós a la vida, y él sin
haberse enterado, le dieron ganas de gritar, y vocear a todo pulmón, el nombre
de aquellos desaparecidos de su villa, amigos de su infancia, pero las
explicaciones del enterrador, le hicieron sentirse mucho más comprensivo, y sin
dejar de caer lagrimas en sus mejillas, entre aquellos altos cipreses, tomo la
salida del Campo Santo, por la calle del Santo Cristo, camino de la Plaza de la
Villa, era de medio kilometro, que él en solitario recorrió, queriendo recordar
a los antiguos dueños de aquellas casas en su época de juventud. Al llegar a la
Plaza, se adentró en el mesón cafetería, y allí dentro entablo conversación con
jóvenes de su villa, que poco a poco, le fueron indicando cómo vivieron y
murieron, aquellos familiares y amigos suyos. Su cerebro no se perdía nada,
entendía de sobra las explicaciones, y detalles del progreso de aquella comarca
castellana, de la Profunda Castilla. El hombre entendía que en sus años de
juventud, fue necesaria la salida de aquel lugar. Y una canción que él nunca
dejaba de escuchar, se le vino a la mente, el final de aquella canción la letra
decía. “Despertar gente tierna, que esta tierra está enferma y no hay nada que
hacer, coge tu mula tu hembra y tu arreo, sigue el camino del pueblo hebreo, y
sí te toca llorar es mejor frente al mar”. Todos aquellos recuerdos, flotaban
en su mente, la salida de su casa, para iniciar una nueva vida, lejos de allí,
las fotos y los pequeños detalles, que toda la familia se llevo a su nueva
casa, eran en aquellos momentos, sus más bellos recuerdos, las lagrimas que
derramo, sobre su villa, le hicieron sentirse más humano. Luego pasados unos
tres días, se despedía de aquella pensión, de su villa y de su gente, a la que
llevaría en el corazón hasta el día de su muerte, El retorno era largo, pero no
le importaba nada, las fuerzas del corazón y la mente, se habían unido, para
terminar el viaje con la única razón, de visitar a sus amigos de la infancia,
aunque estuvieran muertos, para él era un descanso de conciencia aquel regreso
a sus orígenes. G X Cantalapiedra.
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