ERAN LAS
CLARAS DEL DÍA
Corrían
vientos del norte,
sobre
la estepa soñada,
la
vida puso el soporte
a
una vida liberada.
En
aquel sufrido día
algún
lamento dejaba,
un
joven con su alegría
a
otra tierra se marchaba.
Sombras
tristes de agonía
la
madrugada marcaba,
no
era tiempo de armonía
su
familia le lloraba.
No
existes palabras bellas
cuando
la vida nos marca,
ni
puedes buscar centellas
si
en otra tierra te embarca.
Eran
las claras del día
y
el viento dejo sus huellas,
con
su penosa armonía
borrando
del cielo estrellas.
Las
luces de la mañana
se
marcharon en silencio,
y
una juventud temprana
no
quiso sufrir desprecio.
Eran
las claras del día
de
un domingo de mañana,
donde
mucha fantasía
no
quiso la vida ufana.
Se
fue marchando la noche
sin
entender la plegaria,
que
una madre puso broche
a
una senda solitaria.
La
campana sonó fuerte,
y
el viento la acompañaba,
atrás
quedaba la muerte
que
poco a poco llegaba.
G X Cantalapiedra.
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