jueves, 31 de agosto de 2017

AQUELLA MUJER QUE TERMINO DE BRUJA


AQUELLA  MUJER  QUE  TERMINO  DE  BRUJA, TEMIDA  EN  SU  PUEBLO.
Eran los años de final del siglo diecinueve, y en aquel pueblo castellano, se vivía con muchas deficiencias, sobre todo de salud, donde la señora Anastasia, atendía a muchos partos, incluso a las matanzas del cerdo casero. Eran años difíciles, para algunas personas el poder sobrevivir, sin tener ninguna pensión ni otras ayudas complementarias, y encima ser viuda sin ningún recurso. La señora Anastasia se vio obligada, a usar sus facultades de brujería, vendiendo hierbas que curaban ciertas enfermedades, y en aquel pueblo, al no existir medico, ella repartía y vendía sus potingues curanderos, paso a paso y día a día, la economía la iba fallando, y para no morirse de hambre, recurrió a robar algún cordero, para subsistir sin morirse, sus brujerías iban calando, en aquella población medio analfabeta, y temerosa de sus grandes fallos, que paso a paso, les llevaban a la desesperación, ya que al no poder ella asistir a todos los nacimientos, hubo niños que nacieron tarde y mal. La señora Anastasia, con sus pelos largos sin peinar, y su mala economía, tuvo que abandonar la casa donde ella vivía, para marcharse a la zona de bodegas de dicho pueblo, y en una de las bodegas abandonadas, se metió a vivir sin pensarlo mucho, algunos vecinos se acercaron para darla cereales y leña, que durante algún tiempo ella cocinaba, pero su vista la fallaba, sus fuerzas eran cada día mucho más pequeñas, y entonces empezó el mito de su gran leyenda. Algunos vecinos dicen que por las noches, sentían su voz volando sobre una gran escoba, y que los animales en cuadras y corrales, no podían estar tranquilos, todo el pueblo ardía en ascuas, mucha gente estaba agradecida a ella, ya que ayudo a que muchos jóvenes pudieran venir a este mundo, y aunque algunos vecinos su incultura era bastante grande, hablaban entre ellos, diciendo, no debiéramos a ver apartado de este pueblo a la señora Anastasia,  y mucho menos decir que es una bruja, ya que antes comimos los chorizos y morcillas hechos por sus manos, y casi todos los jamones ella los arreglaba, para ser el plato más mimado por nosotros, es imposible que sea una bruja, ya que sí así fuera, estamos todos dentro de su brujería, y condenados a ser discípulos suyos, un joven de aquellos, se acerco con un carro de mulas, cargado de leña de los pinares, dejando toda su carga en la puerta de aquella que había sido bodega, y ahora una cueva habitada, por aquella mujer, que estaba en la más dura indigencia, y en aquellos días del invierno castellano, con heladas abundantes, la vendrían bien, para poder calentarse. Todo transcurría entre brumas y miedo, las conciencias de aquellos hombres de aquel pueblo, no podían estar tranquilas, las sombras de una bruja por la noche, la sentían sobre las verjas de  sus ventadas de hierro, con sacudidas enormes que parecían sonidos de campanas, en aquellas noches heladoras, nadie se movía de sus camastros, aunque el ruido les hacia despertar, y por entre sus ventanas notaban sombras errantes, se quedaban metidos entre las mantas, para ocultar las llamadas a su conciencia, el nombre de aquella mujer aparecía día a día, pero todos los vecinos del pueblo, ocultaban su misterio, nadie la podía ver, ni querían verla, por miedo a que les llamara de todo menos buenas personas. Pasaron más de cinco meses, y nadie sabía de su estado físico, ni se atrevía a bajar aquella bodega cueva, para saber sí la señora Anastasia aún seguía viva. Solo el joven que la llevo el carro de leña, se acerco a la cueva, y desde su puerta grito llamándola por su nombre, el silencio se dejaba escuchar, y el eco de la cueva no respondía, solo después de varios intentos, pudo escuchar con bastante claridad, “Ya no estoy viva, pero marcha en paz, este pueblo se merece la maldición por su poca humanidad”. Un temblor de miedo y de sentirse deprimido, le hizo mella aquel joven, que no tardo en ir a su alcalde a contarle parte de lo ocurrido, sin hablarle de lo qué pudo escuchar después de varios gritos suyos llamando aquella mujer. El joven aquel sin pensarlo demasiado, escogió el camino de la emigración, y marchó buscando otra ciudad donde pudiera llorar y cantar sin miedos.  G X Cantalapiedra.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario