HERMANO, CERCA
DE MÍ CASA,
MURIÓ MIGUEL
HERNÁNDEZ.
El
viento de la mañana
nos
deja ciertos recuerdos,
es
una leyenda humana
que
tiene momentos cuerdos.
Miguel
muriendo con pena
cómo
un vulgar prisionero,
fueron
vientos de condena
hacia
aquel hombre sincero.
Aquel
veintiocho de marzo
Alicante
fue testigo,
de
morir la voz del pueblo
con
su penoso castigo.
Los
versos se van volando,
nadie
sabe su camino,
en
Jaén marchan cantando
a
sus olivos divinos.
Miguel
marchó en Benalua
soñando
la primavera,
y
la luz del nuevo día
le
besó su calavera.
Voces
de muerte sonaron
en
las calles de Alicante,
más
otros amenazaron
con
la fuerza por delante.
Miguel
cantando a su tierra
entre
palmeras y rosas,
y
allí su cuerpo se entierra
dejando
bonitas prosas.
Miguel
marcando sus pasos
fue
derrochando razones,
sin
pensar en los fracasos
de
los negros nubarrones.
Las
razones de la muerte
nunca
afloran en la vida,
Miguel
no tuvo la suerte
de
ver su meta cumplida.
G X Cantalapiedra.
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