HAN PASADO
MÁS DE TREINTA
AÑOS DE AQUELLA
MADRUGADA.
El autobús de la empresa ALSA, circulaba
el martes 31 de enero sin ningún problema, por aquel territorio de la provincia
de Soria, era el termino, del pueblo de Peñalba de San Esteban, una vez que el
autobús, había bajado de Los Altos de Ayllón, el viajero empezó a recordar,
aquella fatídica noche, de hace más de treinta años, en la época del mes de
Agosto, en que su coche sin él darse cuenta, paso todos esos territorios sin
enterarse, y al darse cuenta a la llegada de San Esteban, pensó que ni había
pasado por Aldea de San Esteban, ni por Peñalba, el hombre dentro del autobús,
quiso recordar toda aquella noche, con su memoria, y pensó que su cuerpo
aquella noche, debió de ocurrir algún milagro o misterio, ya que sin él darse
cuenta, su coche anduvo más de 15, kilómetros por esa carretera llena de curvas
y peligros de animales sueltos, sin él enterarse, ya que aquella noche iba solo
en el vehículo, y entonces no existían variantes de carretera, se pasaba por
ambos pueblos, no quedaba otra solución. La mirada del viajero del autobús, era
hacia esas laderas medio peladas, además de tener en el lado de la derecha, las
choperas que están situadas en varios kilómetros al lado de dicha carretera. Al
pasar por Peñalba, se recordó, que había un bar casi en la Plaza, donde estaba
hasta de madrugada abierto, y allí pensaba parar a tomar café, como había hecho
otras noches, aquella fatídica noche, el notó como un calor no muy normal, y
cuando se quiso dar cuenta, estaba entrando en San Esteban, alguien al día
siguiente, lo comentaba en El Burgo pero en otra carretera distinta, pero la
misma situación, el hombre dentro del autobús, quiso recordar más detalles,
pero su mente tenía un vacío de la situación, de aquella noche de verano, sobre
las dos de la madrugada, cuando sin darse cuenta, su coche circulo sin gastar
gas butano, ya qué era un 131 marca SEAT, 1430, adaptado al gas, y aunque era
un coche que apenas metía ruido, el rodar de sus ruedas se notaban bastante,
todo aquel misterio recorrió su cerebro, durante el paso por esas dos
localidades, donde hacía años que el conductor del coche, no pasaba por allí,
todo el resto del viaje hasta El Burgo de Osma, fue un querer saber lo que le
pasó, ya que no comprendía aquel silencio, que le hizo pasar unos 15,
kilómetros sin rodar por la carretera. Todo le parecía raro, nadie le podría
explicar su gran misterio, aquella noche se quedó en su cerebro guardado, sin
saber la realidad de lo que le ocurrió, son misterios sin resolver, dentro de
una tierra medio desierta, y con paisajes arriba de los Altos de Ayllón, que
podrían ser del planeta Marte. El hombre al llegar al Burgo de Osma, pensó, no
quiero darle más vueltas al asunto, nadie me podrá explicar el misterio, y lo
mejor es callarse, para que la gente no piense que estoy loco, luego en la
misma tarde del martes, volvió de nuevo hacia Madrid, el regreso en el autobús de
ALSA, fue lo mismo, y quiso recordar todo aquello de nuevo, pero su cerebro no
daba más de sí, y al subir a Los Altos de Ayllón, la memoria quería de nuevo,
poder entender aquel misterio de noche de verano, donde las cosechadoras,
empezaban a dejar de trabajar, al ponerse los cereales fríos, y la madrugada en
estas tierras de Soria, no suelen ser nada calientes, Fueron minutos llenos de
confusión y sobresaltos, donde sus propias preguntas , se quedaban sin poder
contestar. El resto del camino, el hombre sin hablar con nadie de los demás viajeros,
llego a Madrid, donde el trafico de esa enorme ciudad, y la cantidad de gente
en el terminar de autobuses, de la Avenida de América, le hicieron olvidarse,
de aquella experiencia, que tan solo le daba problemas imposibles de resolver…..
G X
Cantalapiedra.
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