lunes, 16 de junio de 2014

LE TIRITABAN LAS MANOS

LE TIRITABAN LAS MANOS Me conto con grandes mitos aquella etapa quemada, me hablo de llantos y gritos y de gente marginada. Me confeso en el silencio un montón de fechorías, todo sonaba a desprecio con farsa de hipocresías. Me revelé contra todo queriendo imponer cordura, le hablé que soltaba lodo y que me daba amargura. Sus palabras se cortaron, sin apenas decir nada, en el ambiente flotaron como dura encrucijada. Los sentimientos humanos les puse sobre la mesa, no me resultaron vanos y si causaron sorpresa. Se acabaron los halagos a criminales facciosos, luego bebí ciertos tragos de pasajes horrorosos. Sentí la voz del destino entre dolida y marcada, el criminal no es divino ni su voz será sagrada. Los dos guardamos silencio, las conciencias lo notaban, toda muerte tiene un precio y hay muertos que se ocultaban. Nos miramos frente a frente, la tarde quedo marcada, él se marchó para siempre con su conciencia tocada. G X Cantalapiedra.

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