lunes, 16 de junio de 2014
LE TIRITABAN LAS MANOS
LE TIRITABAN LAS MANOS
Me conto con grandes mitos
aquella etapa quemada,
me hablo de llantos y gritos
y de gente marginada.
Me confeso en el silencio
un montón de fechorías,
todo sonaba a desprecio
con farsa de hipocresías.
Me revelé contra todo
queriendo imponer cordura,
le hablé que soltaba lodo
y que me daba amargura.
Sus palabras se cortaron,
sin apenas decir nada,
en el ambiente flotaron
como dura encrucijada.
Los sentimientos humanos
les puse sobre la mesa,
no me resultaron vanos
y si causaron sorpresa.
Se acabaron los halagos
a criminales facciosos,
luego bebí ciertos tragos
de pasajes horrorosos.
Sentí la voz del destino
entre dolida y marcada,
el criminal no es divino
ni su voz será sagrada.
Los dos guardamos silencio,
las conciencias lo notaban,
toda muerte tiene un precio
y hay muertos que se ocultaban.
Nos miramos frente a frente,
la tarde quedo marcada,
él se marchó para siempre
con su conciencia tocada.
G X Cantalapiedra.
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